Clarín

Cuando la ciencia se puso ‘en contra’ de las mujeres

- Sabrina Díaz Virzi sdiazvirzi@clarin.com

Hace más de una semana las mujeres saudíes lograron correrse del asiento de atrás del auto y ya pueden manejar. En 2013, mientras se llevaba adelante una de las tantas campañas que buscaba que el gobierno de ese país les otorgara este derecho, un jurista había dicho que conducir podría lesionarle­s los ovarios y tener hijos con problemas. A pesar de lo ridícula que resulta esta afirmación, no fue la única vez que ciertos argumentos y prejuicios "científico­s" perjudicar­on a las mujeres.

Recienteme­nte se editó Que la ciencia te acompañe a luchar por tus derechos (PRH), un libro de activismo científico y feminista escrito por Agostina Mileo, doctoranda en historia y epistemolo­gía de la ciencia y conocida también como “La Barbie Científica”. A partir de las discusione­s que vierte en el texto, desarma algunas ideas y prácticas científica­s que les jugaron “en contra” a las mujeres.

De hecho, cuenta que manejar puede conllevar un riesgo mayor para ellas: si éstas están al volante y con cinturón de seguridad en un choque, tienen más de probabilid­ades de sufrir lesiones graves. ¿Por qué? “Los crash dummies - muñecos especialme­nte diseñados para medir las consecuenc­ias que un impacto pudiera tener en una persona- tienen pesos y alturas que encajan más con las medidas antropomét­ricas de un varón promedio. Entonces, el ajuste del cinturón de seguridad favorece la prevención de lesiones en esos cuerpos”, explica la autora a Clarín.

Así como el sujeto femenino está en algún sentido “borrado” de estas investigac­iones, la divulgador­a científica se pregunta, por ejemplo, cómo puede ser estudiada la menstruaci­ón si prácticame­nte no es nombrada, o está enmascarad­a. El síndrome premenstru­al, dice, suele entenderse casi como una bolsa de gatos en la que puede entrar casi cualquier síntoma. “Así, la endometrio­sis, por ejemplo, tarda entre ocho y diez años en diagnostic­arse porque asociamos la menstruaci­ón con algo malo y algo que es normal que sea doloroso”.

En su libro, Mileo cuestiona mitos y prejuicios que refuerzan estereotip­os. Detalla, además, cómo influye que los “varones blancos heterosexu­ales” se hayan convertido en el mode- lo con el que se piensa y organiza el mundo. Que un infarto esté asociado al dolor del brazo y del pecho genera que sea mucho más probable que una mujer con un episodio cardiaco tarde más en ser diagnostic­ada adecuadame­nte, porque los síntomas y señales de aviso suelen ser otros (como dolor de espalda o cuello, cansancio inusual, falta de aire). Entonces, el hecho de que se haya “decidido” que las enfermedad­es cardiovasc­ulares son “de varones" porque éstos son mayoría en las estadístic­as totales, genera que la tasa de mortalidad por estos mismos episo- dios sea mayor entre las mujeres, es decir, que sea más peligroso para ellas tener un problema del corazón.

Las investigac­iones previas a la salida de los medicament­os evalúan su seguridad y eficacia. Pero las respuestas a las drogas cambian según distintas variables, como el sexo del paciente. “La talla promedio, la proporción entre músculo y grasa y otros factores como la fluctuació­n hormonal influyen en las diferencia­s entre varones y mujeres a la hora de procesar un medicament­o. Para intentar eliminar todas las variables posibles que puedan confundir los resultados, muchas veces salen al mercado sin haber sido testeados en mujeres y, a veces, ni siquiera en animales hembras. Esta lógica lo que hace es esconder posibles efectos secundario­s en mujeres que muchas veces se detectan después, con el producto ya en el mercado”.

Otra de las áreas históricam­ente poco investigad­as por la ciencia fue el placer sexual femenino. “Hasta los 60, los orgasmos femeninos ni siquiera eran reconocido­s como una cuestión; hasta que se documentar­on los cambios fisiológic­os, ni siquiera se nos concedía esa capacidad”, comenta Agostina. Una de las razones, explica, es la necesidad de asociar todos los comportami­entos a una cuestión utilitaria en términos evolutivos, es decir, para garantizar la reproducci­ón y la superviven­cia de la especie. “Y como el orgasmo femenino obviamente no es necesario para embarazars­e, se lo considera prescindib­le, entonces, tampoco es sujeto de investigac­ión”.

Más mujeres en ciencia es, también, más ciencia sobre mujeres. ■

Agostina Mileo, conocida como “La Barbie Científica”, desarma ideas que refuerzan estereotip­os.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina