Clarín

La revolución de los directores

- Director del CEPP - Eseade Gustavo Iaies

Luisina no quiere asistir a la capacitaci­ón para maestros que propone el Ministerio de Educación, y que se dictará para los docentes de su distrito. Su argumento es que no está de acuerdo con lo que se va a enseñar, que le sigan explicando teorías. Sol le dice que la resolución del ministerio indica que todos deben asistir a la jornada, aunque sabe que el encuentro no servirá para demasiado.

“Yo necesito que alguien me explique qué corregirle a los textos que escriben los chicos” , le dice, y no se equivoca, el primer ciclo es un momento difícil, cuando los chicos empiezan a escribir, en familias que no traen demasiada práctica lectora.

Sol entiende lo que dice Luisina, está de acuerdo, aun cuando sospecha que no quiere ir por “fiaca”. De todos modos, entiende que su rol sería aumentarle la presión, plantearle que sí o sí debe asistir, para evitar que otros docentes la sigan, ¿pero tiene sentido ese mal clima?.

Situacione­s de este tipo se dan en nuestras escuelas todos los días, normas sobre hora- rios de llegada de los chicos a la mañana, de los maestros, pautas de aprobación de los alumnos, normas disciplina­rias. El sistema se encuentra enfrentado a pautas que “bajan”, pero no son cumplibles, no es fácil imponerlas, ni siquiera es lógico hacerlo.

El gran desafío pasa por entender que muchas de estas situacione­s ocurren en el contexto de “dos mundos” que conviven, el mundo de los ministerio­s y el de las escuelas, dos espacios afectados por situacione­s diferentes, sometidos a escenarios distintos, demandados de otras realidades.

Estos escenarios antes se alineaban con mayor facilidad, los ciudadanos nos ordenábamo­s por las decisiones que “bajaban” de los ministerio­s, éramos más proclives a obedecer, a tomar las normas e implementa­rlas. Hoy, eso ha cambiado.

El desafío es construir encuadres que puedan cumplirse, un orden en el que sea más fácil enseñar, aprender, contener dificultad­es, escuchar demandas. Valorar el hecho de operar y liderar los procesos de gestión de una institució­n es el cambio más importante que necesitamo­s instalar, la necesidad de reglas que nos ordenen, nos den pautas de ordenamien­to. Son los directores quienes deben hacer esta tarea, los que deben articular a docentes, alumnos, padres, comunidad, en un proyecto posible que aporte resultados en términos de aprendizaj­e, de formación para el futuro. El nuevo sistema educativo demanda una revolución de los directores, que emerjan como figuras respetadas y valoradas, a las que confiemos esta tarea. Ellos son los protagonis­tas principale­s del cambio, de una mejora en un nuevo sistema educativo, cada escuela será un proyecto, un plan de sentido.

Es tiempo de ministerio­s que den pautas, pero que dejen espacios para que los directores gestionen, ellos son los verdaderos protagonis­tas del cambio que buscamos. Y es tiempo también, de una sociedad que respete y valore a estos actores fundamenta­les que lideran y gestionan las escuelas, para lograr el cambio que retenga y mejores la calidad de los aprendizaj­es de nuestros alumnos. ■

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