Clarín

Violencia narco en Rosario: atacan a balazos una casa y matan a una nena de 5 años

La mamá de la víctima denunció que una banda busca desalojar a la familia para montar un búnker. La Justicia también investiga si se trató de una venganza.

- Andrés Actis rosario@clarin.com

Maite Ponce (5) se acostó con sus dos hermanitas en el sofá del comedor. La sobremesa se había prolongado entre charlas y mate. Damaris, anfitriona y mamá de las nenas, cebaba cuando se escucharon los primeros disparos. Un plomo de la segunda ráfaga de balas atravesó la puerta e impactó en el pómulo de una de las criaturas. La nena murió poco después en un hospital.

El crimen de Maite consternó ayer a Rosario. Su muerte quedó envuel- ta en el trasfondo del narcotráfi­co y en la disputa por expandir los puntos de venta droga, un drama que se repite a diario en la ciudad.

La familia de la víctima denunció que el ataque fue ejecutado por una banda que buscaba usurpar la vivienda. “Donde hay un pasillo o lo que fuese que les conviene y hay lugar, ellos se tirotean hasta que vos salgas y ahí lo transforma­n en un búnker”, aseguró la mamá de Maite, una joven de 20 años que, entre abrazos de familiares y vecinos, pedía a gritos justicia por el asesinato de su hija.

Los investigad­ores, sin embargo, no descartaro­n que las balas hayan sido producto de un atentado planificad­o contra algunos familiares de la nena. Según los vecinos, la zona está “en plena disputa” entre bandas antagónica­s que buscan consolidar­se en el negocio del narcomenud­eo.

En un dato que parece reforzar la hipótesis de una ajuste de cuentas contra la familia de la nena, la abuela de Maite dejó entrever problemas interperso­nales al hablar con un canal de televisión. “Si tenían algún inconvenie­nte conmigo o con alguien más, ¿por qué no se la agarraron conmigo y no con una nena de cinco años?”, dijo enfurecida. “¿Y si me mataban también a mis otras nietas?”, pregun- tó sin consuelo.

Según la reconstruc­ción que hizo la fiscalía, la tragedia podría haber sido “aún mayor”. Maite dormía con sus dos hermanas, una bebé de un año y una nena de 7. Las tres estaban acurrucada­s en dos sofás. La ráfaga de tiros apuntó directamen­te contra ellas: la Policía de Investigac­ión (PDI) recogió 11 vainas servidas esparcidas por toda la vivienda.

El ataque ocurrió pasadas las dos de la mañana en calle Ávalos al 1800, en una humilde barriada de la zona norte de la ciudad. La mamá cargó a Maite en brazos y la llevó de inmediato al hospital Alberdi, ubicado a pocas cuadras. Por la gravedad de la herida, la derivaron de urgencia al Hospital de Niños Víctor J. Vilela.

A las 6.30, la directora del centro de salud, Viviana Esquivel, confirmó su fallecimie­nto. La bala entró por el pómulo y salió por detrás de la cabeza. La nena ingresó al Hospital de Niños con muerte cerebral. Los médicos no pudieron hacer nada.

Una amiga de la mamá, que estaba en la parte de arriba de la vivienda al momento del ataque, contó que desde una ventana vio cómo una moto Honda Tornado roja y blanca detuvo su marcha frente a la casa. Los dos ocupantes comenzaron a disparar y huyeron segundos más tarde. La Policía encontró la moto abandonada luego en un descampado.

El de Maite no es caso aislado. En los últimos cuatro años fueron asesinados cinco nenes de entre 2 y 5 años en medio de balaceras contra viviendas particular­es (ver Antecedent­es). La problemáti­ca narco, que eclosionó a partir de 2012, se enquistó en la periferia de la ciudad con ribetes cada vez más violentos. Los tiroteos contra las fachadas de las casas se transforma­ron en moneda corriente y dejaron expuesta su brutalidad: en muchos casos las víctimas fueron

“¿Por qué se la agarraron con una nena de cinco años?”, preguntó entre lágrimas su abuela.

personas que nada tenían que ver con las disputas.

Ayer mismo, una casa del barrio Godoy fue atacada a balazos. Horas más tarde, el dueño de la propiedad llamó a los medios de comunicaci­ón para pedir ayuda y avisar que no es él a quien “andan buscando”. Su nieto se salvó de milagro. “Apagué el televisor, me levanté de la silla y empezó un tiroteo el infernal. Lo tiré al piso

a mi nieto. Cuando pasó, fuimos a la pieza y entramos a mirar. Fueron 16

tiros calibre .45. En la reja están las marcas. En mi pieza entraron dos balas”, contó ayer el hombre, aún en estado de pánico.

 ?? J.J. GARCÍA ?? Vida robada. En el momento del tiroteo, Maite Ponce (5) estaba durmiendo en un sillón junto a sus dos hermanitas, de uno y 7 años.
J.J. GARCÍA Vida robada. En el momento del tiroteo, Maite Ponce (5) estaba durmiendo en un sillón junto a sus dos hermanitas, de uno y 7 años.

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