Clarín

Relato en La Habana

- Ricardo Kirschbaum

Una gran porción de las cuatro horas que el jefe de Gabinete de Macri estuvo con el canciller de Cuba lo ocupó la Venezuela de Nicolás Maduro. Su visita a la isla ocurrió hace varios días, en un rol que luego repitió en Gran Bretaña, lo que despertó versiones rápidament­e sofocadas.

De aquella conversaci­ón extensa con el ministro Bruno Rodríguez, Peña pudo haber escuchado que la presión internacio­nal sobre Maduro es, objetivame­nte, un factor que radicaliza más al gobierno venezolano. Y que ese camino sólo busca crear condicione­s de colapso que pueden desembocar en una guerra civil. El canciller cubano no es un observador de la situación venezolana sino que está profundame­nte involucrad­o. Cuba apoya activament­e a Maduro, así como Fidel Castro y su hermano Raúl sostuviero­n a Chávez. Una muy fuerte y directa relación de ambos gobiernos, en la que el petróleo juega un papel central, hace que auscultar las opiniones de La Habana sobre la evolución de la crisis en el país de Maduro sea muy valiosa.

Rodríguez se lo dijo a Peña para que el mensaje llegue con claridad a todo el Grupo de Lima, un conjunto de países latinomeri­canos que presionan fuertement­e al régimen venezolano. En ese ámbito, el gobierno de Macri tiene un papel de primera línea.

Palabras más o palabras menos, las declaracio­nes que el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero hizo a Clarín el sábado pasado sintonizan con la mismas conclusion­es que el canciller cubano desplegó ante los enviados del presidente argentino (el otro fue Fulvio Pompeo) .

¿Cuál fue su planteo? El bloqueo financiero a Maduro es “más intenso que el que tuvo Cuba” y que determina una situación que está afectando gravemente a la gente. La otra cues-

El exabrupto de Trump impregna a la oposición democrátic­a y ayuda a Maduro a emblocarse

tión es que la oposición prácticame­nte se retiró de la disputa por el poder democrátic­o y ahora solo hay un complot para derribar al régimen venezolano.

El bloqueo a Cuba ha sido totalmente contraprod­ucente. Hay sobradas pruebas para demostrarl­o. Y aún persiste. No es el mismo bloqueo al que se refiere Rodríguez Zapatero contra Maduro. No puede ignorar sus diferencia­s.

Según Rodríguez Zapatero, el problema no es la ineficaz política económica de Maduro, ni la corrupción de su gobierno ni su autoritari­smo explícito ni las trampas y la coacción electoral. Ni la represión. Pero sí es responsabi­lidad de la oposición, según ese relato, que en su afán por “terminar con el gobierno, termine con un país”.

Hay cierta escasez de argumentos. Rodríguez Zapatero casi comparó la masiva emigración venezolana con la de los argentinos que en el 2001 se fueron a España. El único factor es el económico, pareció decir. Estaría más certero si hubiera recordado la emigración española a la Argentina para huir de la dictadura de Franco.

Se reconoce tácitament­e que el gobierno de Maduro está más consolidad­o, que su apoyo es notoriamen­te militar y que el diálogo es un ejercicio teórico, hasta ahora. Es cierto que la oposición perdió ímpetu y está fragmentad­a.

Para agravar aún más el panorama ahora se conoce este exabrupto de Donald Trump haciendo una hipótesis de una invasión a Venezuela. Si “funcionó” con Granada y Panamá, ¿por qué no funcionarí­a otra vez? Este grave disparate afecta aún más cualquier búsqueda de una salida para un régimen exhausto y da argumentos para emblocarse aun más.

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