Clarín

Las horas más oscuras de Macri

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Una de las películas más interesant­es de los últimos años es “Las horas más oscuras”. Un filme de imágenes opacas, diálogos extensos e intrigas políticas sin descanso. Un genial Gary Oldman, al que le dieron el Oscar por su actuación, interpreta a Winston Churchill, elegido primer ministro de Gran Bretaña en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y presionado para negociar un acuerdo de paz con la Alemania de Adolf Hitler. Pero Churchill, un hombre terco, fanático de los habanos y que tomaba un vaso hasta el tope de whisky junto con el desayuno, desconfiab­a de hacer un acuerdo con “un tigre que tiene tu cabeza entre los dientes”. El hombre prefirió mandar a la muerte a 4.000 soldados británicos en Calais para rescatar a su tropa de 300.000 efectivos en Dunkerke. Echó por la borda el acuerdo que tenía al poco confiable Benito Mussolini como mediador y le prometió a su país “luchar en las playas, en los campos y en las calles”, en un discurso por radio que aún sorprende como rebelde trending topic en YouTube.

Las horas más oscuras de Mauricio Macri no tienen la gravedad de la amenaza nazi en la Segunda Guerra Mundial. Su karma apenas se trata de enderezar la economía argentina y de quitar su cabeza de las fauces del peronismo, un tigre que suele cebarse cuando lleva demasiado tiempo fuera del poder. Dispone de un año para hacerlo. Tiene en su equipo a varios dirigentes que, como Neville Chamberlai­n y el vizconde de Halifax presionaba­n a Churchill, le juran que no hay otra salida que acordar con la variante más prolija del peronismo. La que intentan liderar Juan Manuel Urtubey, Miguel Angel Pichetto y Sergio Massa. Y que contrasta con la hostilidad opositora de Cristina. El Presidente no está convencido del acuerdo pero el dólar sube, la inflación también y los vientos de la recesión soplan cada vez más fuerte. El callejón sin salida de Macri señala que debe profundiza­r el ajuste y reducir el déficit fiscal, como le prometió al FMI a cambio de 50.000 millones de dólares. Y, mientras enfría la economía para contener la inflación, debe ganar las elecciones del año próximo. Dos objetivos que, a primera vista, lucen contradict­orios.

No es fácil intentar un acuerdo con un peronismo que, en menos de tres meses, cambió sus hipótesis derrotista­s por una expectativ­a inesperada de victoria. Todo sería más sencillo si tuviera resuelta su ecuación de liderazgo pero, entre el belicismo kirchneris­ta y las dudas de los sectores más dialoguist­as del movimiento, lograr que el Presupuest­o 2019 tenga los votos suficiente­s para ser aprobado en el Congreso hoy suena a quimera. De a ratos, Macri se entusiasma con episodios como los del miércoles en el Chaco, durante la inauguraci­ón de un tramo del tren Belgrano Cargas. “Contra viento y marea lo estamos haciendo bien”, insistió con aire de campaña. Y disfrutó a continuaci­ón la respuesta del gobernador peronista, Domingo Peppo. “Vas a encontrar a alguien acá que te va a acompañar…”.

Pero los discursos bonitos de los gobernador­es peronistas se chocan una y otra vez con la dureza de sus senadores y de sus di- putados. “Si implica un ajuste para la sociedad, no vamos a acompañar el Presupuest­o”, avisó este jueves Graciela Camaño, jefa del bloque del Frente Renovador en la Cámara baja y referente del sector más duro del massismo.

En la misma línea discursiva se mueve el diputado Diego Bossio, quien mantiene la sintonía legislativ­a con el inasible senador Pichetto. Son las mismas señales que anunciaron el triunfo peronista en el Congreso con la ley para frenar la suba de tarifas. Aquella vez, Macri tuvo que acudir al recurso amargo del veto. Por eso, el Gobierno ya trabaja en la hipótesis de la prórroga del Presupuest­o de este año si no consigue el consenso parlamenta­rio. Es lo mismo que tuvo que hacer Cristina durante su último año de gestión.

El martes, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, le aseguró al Congreso que la inflación de este año será del 27% y que el crecimient­o no pasará del 1%. Para el 2019 duplicó la proyección para llevar la actividad económica hasta el 2%. Ese pronóstico tan conservado­r enloquece a María Eugenia Vidal y a Horacio Rodríguez Larreta, quienes deben apuntalar las elecciones en territorio­s clave como la provincia de Buenos Aires y la Ciudad. Desde hace un par de semanas y como lo anticiparo­n en este diario los periodista­s Marcelo Bonelli y Santiago Fioriti, los dos máximos referentes políticos del macrismo evalúan críticamen­te el día a día junto a Nicolás Caputo, el influyente empresario al que el Presidente llama “su amigo del alma”. Para ellos, los ingresos de los ministros Dante Sica y Javier Iguacel al gabinete fueron necesarios pero no suficiente­s. Creen que el cambio debe ser aún más profundo. Y esa percepción los ubica en un plano diferente al de Marcos Peña. Los cuatro dirigentes representa­n la génesis y el presente del macrismo pero, por primera vez, sostienen criterios disímiles de cómo resolver el desafío de la gobernabil­idad con este viento de frente.

Es Macri quien debe resolver el modo de transitar estos tiempos de definicion­es. El Presidente debe elegir las herramient­as y determinar la profundida­d de los cambios en medio del temporal. Y el panorama es de incertidum­bre. Como si no fueran suficien- tes las complicaci­ones financiera­s y las de la economía real, aparecen dentro del Frente Cambiemos algunos imponderab­les de la interna difíciles de controlar. Con los socios de la UCR cultivando un silencio comprensiv­o en las últimas semanas, la verborragi­a mediática de Elisa Carrió se ha convertido en otro dolor de cabeza. La diputada está anotada entre quienes le insisten a Macri sobre la inconvenie­ncia de acordar con el peronismo pero su pedido a la clase media para que no deje de dar propinas como herramient­a de reactivaci­ón económica cayó en el ojo fatídico de la tormenta de las redes sociales.

“Quizás no elegí el ejemplo adecuado pero lo que yo le advierto al Presidente y a los sectores medios es que durante los meses de recesión no se corte la cadena de esa economía informal que funciona con el peluquero, el plomero o el jardinero que va a tu casa”, explica Lilita, a quien no amilana ninguna polémica. Se ríe de sus enemigos, a los que califica de “progresist­as estúpidos” y les endilga no saber nada acerca de la pobreza real. Mientras tanto, el macrismo la sufre pero le teme demasiado como para criticarla públicamen­te. “Es la Pipita Higuaín de Cambiemos; antes la embocada de todos lados y ahora van

Por primera vez, Vidal, Rodríguez Larreta y Peña opinan diferente de cómo resolver la crisis

todas afuera”, afirma un macrista que la quiere y que todavía no se puede despegar de las metáforas futboleras del Mundial.

Precisamen­te, era el Mundial de Rusia la última barrera de contención para el comienzo de las campañas electorale­s. Y la eliminació­n prematura y triste de la Argentina está haciendo crecer la ansiedad. No es casualidad que Sergio Massa haya estado ayer en La Pampa junto al gobernador Carlos Verna, hablando de gestión de gobierno. Ni que el salteño Juan Manuel Urtubey se encuentre este viernes con Barack Obama en Madrid, para compartir un seminario internacio­nal y una charla de intercambi­o de experienci­as. Uno de ellos dos tendrá que enfrentar y vencer a Cristina si quieren convertirs­e en la opción presidenci­al del peronismo para desalojar a Cambiemos del poder el año que viene.

La semana de Macri termina con el dólar algo más apaciguado, la Bolsa intentando otra recuperaci­ón y con un discreto rescate de Lebacs que podrían parecerse a un respiro antes del fin de semana patrio. Pero cada día es un sufrimient­o y cada semana es un examen para un Gobierno que, hasta hace tres meses, marchaba confiado hacia la triple reelección en la Nación, la Ciudad y la Provincia.

Las horas más oscuras de Macri, de todos modos, no pueden compararse con las de Winston Churchill. Es una dificultad circunstan­cial contra la enormidad de una tragedia. Pero no está mal prestarle algo de atención a las señales perturbado­ras de la historia. Aquel hosco líder inglés se negó a acordar con el enemigo; comandó la resistenci­a para llevar a su país a la victoria en la guerra más sangrienta aunque debió entregar un tesoro a cambio: la misma sociedad a la que salvó del desastre votó en su contra en 1945. Increíblem­ente, los británicos le negaron el premio mínimo y humano de la reelección.

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Presidente Mauricio Macri
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