Clarín

Fortuna y negocios K, de la exuberanci­a a la decadencia

- Lucía Salinas lsalinas@clarin.com

Cuando Cristina Kirchner llegó al poder, admitió junto a su marido un patrimonio de 6.851.810 pesos. Pero en los años siguientes llegó a declarar ingresos por alquileres de hasta 10 millones de pesos por año. Desde que dejó la Casa Rosada, junto al avance de las causas judiciales, su fortuna entró en un marcado declive: embargos, inhibicion­es de bienes, vehículos entregados al Estado, cuentas congeladas, dinero secuestrad­o y, ayer, el último golpe, con todas sus empresas bajo intervento­res judiciales.

En su primera declaració­n jurada como Presidenta, Cristina declaró bienes por 17.824.94 millones. En sólo doce meses, esa fortuna saltó a 46.036.711 pesos, un 158% más.

En 2009 declaró la venta de 16 inmuebles por 14,5 millones de pesos, y depósitos bancarios por 32,2 millones. Además, Kirchner creó la firma Hotesur, hoy investigad­a por presunto lavado de dinero. Para entonces también tenían la inmobiliar­ia Los Sauces, con la participac­ión de Máximo Kirchner. Poco después, firmaron varios contratos de alquiler con Cristóbal López y Lázaro Báez, que les dieron ganancias de 31,5 millones de pesos entre 2009 y 2015. El entramado societario investigad­o por la Justicia ya comenzaba a funcionar.

Para 2010, Cristina ya poseía bienes por 55.537.290 pesos, incluyendo los complejos hoteleros bajo la administra­ción de Valle Mitre, de Báez. Cuando incluyó los bienes heredados de Néstor, esos aumentos anuales se revirtiero­n circunstan­cialmente, pero en 2014 admitió un patrimonio de 64 millones de pesos, que un año después ya eran 77 millones.

Pero 2015 fue un año de quiebre. Por primera vez, la Justicia allanó su empresa Hotesur, investigad­a por lavado. La situación expuso diversas irregulari­dades en la empresa. Fuera del poder, fue citada a su primera indagatori­a en la causa dólar futuro. El juez Claudio Bonadio la procesó y embargó en 15 millones de pesos. Entonces, en marzo de 2016, Cristina informó que cedió todos sus bienes a sus hijos en partes iguales. La Justicia investiga si la jugada no buscó una in- solvencia fraudulent­a, para esquivar las medidas cautelares que comenzaban a llover sobre su patrimonio.

A fines de 2016, Bonadio causó el primer cimbronazo a la estructura comercial de los Kirchner, al intervenir la inmobiliar­ia y le quitó a Máximo el poder de administra­ción de la herencia de su padre. La ex presidenta y sus hijos dejaron de controlar las cuentas bancarias de la firma y de cobrar los alquileres. Esa intervenci­ón sigue: Cristina y sus hijos siguen lejos de la administra­ción de su empresa y perdieron a sus principale­s inquilinos, López y Báez. De hecho, la firma comenzó a desfinanci­arse. Mientras, nuevas medidas judiciales afectaron a la ex presidenta: el juez Julián Ercolini secuestró 4,6 millones de dólares de una caja de seguridad a nombre de su hija Florencia.

La decadencia llegó también a los hoteles: la casa patagónica Los Sauces cerró después de que Panatel, de la familia Relats, dejó de administra­rlo. Los demás, que empezó a manejar su socio histórico “Bochi” Sanfelice, quedaron ayer en manos de la Justicia, que intervino su firma Idea. Ya nadie vigila los negocios K. ■

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