Un bandoneón rockero
El músico, que pasó por la OTFF, estrena su primer disco solista, este fin de semana en La Usina.
El bandoneón cobró en los últimos años un lugar especial dentro de la música creativa; su sonido tan afín a la música ciudadana logró traspasar fronteras para convertirse en un vehículo expresivo de las nuevas generaciones. Martín Sued, músico y compositor, es uno de los artistas que desde el instrumento edifican una estética propia, plasmada en su primer disco solista Iralidad. Su acercamiento surgió casi a contramano con la naturaleza del fueye. “Entré por el rock; la música de Luis Alberto Spinetta con Juan José Mosalini y con Rodolfo Mederos; claro que también escuché a Piazzolla, pero fue el bandoneón en el rock el que llamó mi atención”, dice el joven compositor que lidera el grupo instrumental Tatadios Cuarteto y forma parte del trío Chiche.
Su primer instrumento fue la guitarra y a los 17 años se pasó al bandoneón y comenzó un camino autodidacta. “Estudio mucho el instrumento, pero no fui riguroso en términos de tomar clases. Lo que estudié fue armonía y contrapunto con Gabriel Senanes. Me sucedió que tomar clases de bandoneón se asociaba mucho al tango y no buscaba involucrarme en ese mundo”, admite quien estima que la interacción con otros músicos muchas veces es más formativa que las clases. Eso sucedió en su paso por la Orquesta Típica Fernández Fierro y en otros grupos que hicieron escuela para este músico. “Nunca me sentí del todo identificado con el mundo del tango. Lo viví como una experiencia de formación”.
-¿Por qué “Iralidad”?
-Se llama así porque vivo en la calle Irala, en La Boca, y es donde ensayo con Tatadios y otros proyectos, y mi casa es un lugar de encuentro. Es un código, hablar de iralidad significa algo referido a lo que sucede en la casa. Parte del repertorio que grabé en el disco la compuse en esa casa. -¿Cómo nació la idea de hacer un disco de bandoneón solo?
-Era un paso que quería dar, una cuenta pendiente con mi música y a la vez un desafío que me llevó a redescubrir mis propias composiciones. El bandoneón es una orquesta en sí mismo, con esa particularidad de tener timbres muy distintos para cada mano; podría hacer una analogía en que la mano derecha son maderas y la izquierda, metales. Fue también hacer mi música sin depender de otros músicos y que me llevó a conocer de otra forma lo que había compuesto. Me hizo tomar impulso para escribir música para bandoneón. Antes, a la música la pensaba como grupo y luego encontraba mi parte. Hoy, no lo estoy haciendo de esa manera. ■