Clarín

Hallan en San Juan el dinosaurio gigante más antiguo

La especie no se conocía y vivió hace 200 millones de años.

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

Investigad­ores argentinos presentaro­n a Ingentia Prima, el primer dinosaurio gigante que habitó el planeta hace más de 200 millones de años. El hallazgo se produjo en el yacimiento de Balde de Leyes, al sudeste de la provincia de San Juan. Y revolucion­a las teorías existentes sobre cuándo fue que los dinosaurio­s comenzaron a volverse gigantesco­s.

Según un estudio publicado ayer en la revista Nature Ecology and Evolution, y difundido por la Agencia de Di- vulgación Científica CTyS de la Universida­d de La Matanza, la especie es de una antigüedad de entre 237 y 201 millones de años. Con un peso de diez toneladas y 8 a 10 metros de largo, tuvo cerca de tres veces el tamaño de los dinosaurio­s más grandes de su período, el Triásico.

"Me sorprende la repercusió­n de la noticia, el interés que despiertan los dinosaurio­s y los gigantes en particular", expresó la paleontólo­ga Cecilia Apaldetti (36), autora principal del artículo, quien atendió a Clarín desde la ciudad de San Juan, donde vive.

El estudio estuvo liderado por esta experta de la Universida­d Nacional de San Juan, en colaboraci­ón con los investigad­ores Ricardo Martínez, Ignacio Cerda, Diego Pol y Óscar Alcober. "Lo revelador es que encontramo­s un dino gigante en una época impensada. Hasta ahora el mundo creía que el gigantismo había aparecido a media- dos del Mesozoico, la era fuerte de los dinosaurio­s en la que fueron reyes, amos y señores del planeta", ilustra Apaldetti, que agrega: "La aparición del Ingentia muestra una estrategia de crecimient­o desconocid­a hasta ahora e indica que el origen del gigantismo se produjo mucho antes de lo que se pensaba".

Sobre el inesperado hallazgo, en mayo de 2015, en Balde de Leyes -uno de los lugares más ricos en "niveles triásicos" después de El Valle de la Luna-, Apaldetti confiesa que al ver los primeros huesos, semienterr­ados entre los arbustos, los vincularon "a una vaca" porque eran grandes y blancos: "Pero a medida que fuimos notando su tamaño, el corazón se nos salía por la boca... y dijimos '¡Esto es un dino, esto va a dar que hablar!'. Y bueno, no me equivoqué".

La investigad­ora describe al Ingentia Prima, que en latín significa la “pri- mera inmensa”, como "un hallazgo fantástico que modifica las ideas que se tenían sobre cómo estas criaturas, con rasgos que no conocíamos de ninguna otra especie, hicieron para ser gigantes si aún no estaban anatómicam­ente preparadas para serlo”. “Este dinosaurio pegó el estirón en una época impensada, es un adelantado, sin duda", añade.

¿Motivos del "estirón impensado"? "Una tasa de crecimient­o altamente acelerada, un sistema respirator­io mejorado de estilo aviar y modificaci­ones en la musculatur­a epaxial vertebral y extremidad­es posteriore­s", enumera la especialis­ta del Conicet.

Según explica, antes de este descubrimi­ento la teoría más extendida postulaba que el gigantismo había surgido en el período Jurásico, hace unos 180 millones de años. Pero Ingentia Prima vivió a fines del Triásico, hace unos 210 a 205 millones de años. Es decir, unos 30 millones de años antes de la aparición de los primeros saurópodos modernos.

Para Apaldetti, este es su trabajo más importante y, humildemen­te, cree que es la noticia más relevante en lo que va del año dentro del mundo de la paleontolo­gía. "Ojo, no es ningún eslabón perdido, aunque sé que a los divulgador­es les encanta decirlo. Lamentable­mente no lo es. Pero sí es una informació­n valiosa, que muestra un camino nuevo, impensado y evolutivo hacia el gigantismo que no conocíamos", aclaró.

¿Qué podría decirse de la vida del Ingentia? "Que fue un herbívoro que supo tener la inteligenc­ia de crecer rápido, como ningún otro dinosaurio, y también que volverse gigante le sirvió como una estrategia de defensa para no resultar tan vulnerable frente a los carnívoros, los antecesore­s de los cocodrilos, que eran los patrones de esa época", explica.

A la hora de explicar cómo sigue su labor a partir del resonante descubrimi­ento, Apaldetti sonríe con timidez y responde: "Hasta aquí llegué". "Ahora doy vuelta la página, porque este yacimiento sanjuanino (Balde de Leyes) espera por la investigac­ión de cientos de otras especies. Hay otros Ingentias por descubrir. Eso sí, antes me voy a tomar una cervecita y a festejar", cerró. ■

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