Clarín

En Mataderos hay nostalgia anticipada por la mudanza del Mercado de Hacienda

La actividad que domina el barrio se traslada a Cañuelas. Empleados y vecinos, algunos tercera generación de trabajador­es, y los recuerdos del fin de una era.

- Emiliano Suárez Perín, de la Maestría en Periodismo Clarín / San Andrés.

A las 7 la actividad en el Mercado de Hacienda de Liniers es febril. Entradores, gauchos, pesadores y consignata­rios, además de los empleados de los organismos de control, camioneros y compradore­s, no se detienen durante toda la madrugada. Más de dos mil trabajador­es hacen suyo el predio de 32 hectáreas, ubicado en el barrio de Mataderos, casi en el borde entre la Ciudad y el GBA.

Se acerca el plazo para aplicar la ley 622 del año 2001, que prohíbe el ingreso de ganado vacuno en pie en todo el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, excepto si está destinado a exposicion­es, ferias o actividade­s científica­s, culturales o deportivas. Y, finalmente, es un hecho el traslado definitivo del Mercado de Hacienda al partido de Cañuelas para 2019.

Para los consignata­rios, en algún momento, el mercado se tiene que ir de la Ciudad y si bien se manejaron otros destinos como La Matanza o Ezeiza, Cañuelas resultó tener mayor consenso. Y allí está casi acordada la compra del predio que albergará la actividad.

“Con la mudanza a Cañuelas, los costos de flete son favorables para todos los productore­s”, argumenta Cristóbal Anchorena, consignata­rio del mercado. “Siempre hay disyuntiva­s cuando se toman decisiones tan grandes. Pero el predio en Cañuelas puede durar más que en Ezeiza, por- que si crece la Ciudad de acá a 50 años, el mercado se va a tener que volver a mover”.

El Mercado de Hacienda (aunque se llame de Liniers) es el corazón de Mataderos y le otorga un sentido de identidad al barrio o “república”, como suelen llamarlo sus vecinos.

Para Julio Costa, con 50 años de trabajo en el mercado, es su lugar de pertenenci­a: “Los empleados somos generacion­es de familias. Mi tío trabajó ahí, luego yo, y ahora mi hijo. “Entré a trabajar en el año 68 y, en ese entonces, ingresaban un promedio de 20 mil cabezas de ganado por día. Recuerdo un año en que el máximo fue de 35 mil cabezas, no dábamos abasto, había cola de camiones por la Riccheri hasta la altura de San Justo esperando para entrar”, dice Julio.

Hoy se estima que ingresan 8 mil cabezas de ganado, en promedio, por día que funciona el mercado. En los últimos años, los grandes operadores prefieren ir a comprar al campo directamen­te para evitar comisiones.

En un día de trabajo normal, los camiones llegan al predio durante toda la noche. Descargan el ganado, que se cuenta y se coloca en corrales, para luego, pesarlo. El momento más importante del día empieza a las 7, cuando se remata o se negocia, “al oído”, entre los distintos compradore­s.

Una profesión históricam­ente vigente es la del gaucho a caballo, encargado de separar la hacienda. To- davía se los puede ver por el barrio Los Perales rumbeando para el mercado, pero ya no usan chambergo ni bombacha. Las costumbres van cambiando con el paso de los años, reflexiona Julio: “Ya no quedan gauchos tradiciona­listas. El caballo es propio de cada gaucho y lo cuidan como un Mercedes-Benz, le llaman 'caballo hecho'. A veces, se les da vuelta un animal y el mismo caballo lo cruza, sabe lo que tiene que hacer, no lo deja que se vaya”.

Sobre el traslado del mercado hay una melancolía generaliza­da. “¿Sabés lo que es para la mayoría? Escuchame, yo me crié ahí adentro. Hice mi familia con el mercado. Tuve hijos y ahora nietos, son 50 años de mi vida”, suspira Julio.

Entre los vecinos, hay preocupaci­ón de que se extiendan los asentamien­tos de Ciudad Oculta, pegados al predio sobre la avenida Eva Perón.

Fuentes del Gobierno porteño aseguran que los vecinos no tienen por qué preocupars­e ya que no se edificarán torres y se evitará cualquier intrusión. El proyecto, estiman, será similar al que se realizará en el predio de la cárcel de Devoto, con viviendas de 3 o 4 pisos, nuevos espacios públicos y un polo gastronómi­co.

Y como muestra del desarrollo previsto para la zona, recuerdan que la nueva sede del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat se construirá en el terreno del Elefante Blanco, que ya comenzó a ser demolido a unas cuadras de allí. ■

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DIEGO WALDMANN Postal cotidiana. El ir y venir de los camiones es moneda corriente. En la zona recuerdan los buenos tiempos, cuando había filas hasta la autopista Riccheri.

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