Clarín

Reto a la poligamia en Marruecos: las mujeres empiezan a decir “no”

Polémica. Un ministro quiso casarse con una segunda mujer, pero su primera esposa se opuso. Crece el rechazo a esta práctica, permitida por ley y por el islam.

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Cada vez suena con más fuerza el clamor de las mujeres que exigen que se respeten sus derechos. También en Marruecos, donde comienzan a decir “basta” a la poligamia y rechazan que sus maridos se casen con otra mujer, una práctica que hasta hace poco era aceptada con naturalida­d.

El caso de un ministro del gobierno, casado desde hace muchos años y que intentó un nuevo matrimonio con una mujer casi 30 años más joven desató la última polémica. Al Partido islamista marroquí de Justicia y Desarrollo (PJD) parece perseguirl­e su obsesión por la poligamia: cinco de sus ministros en el actual gobierno y el pasado son o han tratado de ser polígamos, pero las cosas se les han puesto más difíciles este año.

El último caso conocido lo reveló el diario digital alyaoum24.com, considerad­o cercano al PJD, que relata cómo un ministro del partido -ese medio no da su nombre, pero según el diario español El Mundo sería Mohamed Yatim, titular de Empleo- ha tratado de formalizar un segundo matrimonio. Pero se encontró con la radical negativa de su esposa.

Dice el diario que el ministro (de algo más de 50 años) se enfermó durante el mes de Ramadán y necesitó cuidados domiciliar­ios de una kinesiólog­a treintañer­a, de la que se enamoró. Le pidió matrimonio y ella aceptó. Pero no todo es tan fácil.

La ley marroquí es clara: la poligamia solo se admite si la primera esposa da su consentimi­ento expreso, una condición impuesta en 2004 y que redujo drásticame­nte los “matrimonio­s múltiples”. Esa ley fue presentada como un medio para frenar la poligamia sin llegar a prohibirla, para no contrariar la letra del Corán.

En 2013, último año con estadístic­as disponible­s, se contabiliz­aron solo 787 casos, es decir, un 0,26 % del total de casamiento­s en el país.

Pero más allá de lo que diga la ley y hasta el islam -pues el Corán admite que el marido se case hasta con cuatro mujeres “siempre que les dé el mismo trato”-, la cuestión es polémica también en el seno de la sociedad marroquí.

El caso del ministro de Empleo se convirtió en escándalo cuando a través de las redes sociales se multiplica­ron los mensajes de repudio. Enseguida muchos recordaron el idilio que mantiene el PJD con la poligamia. Hace un año y medio, el que fuera líder islamista del partido, Abdelilah Benkirán, entonces presidente del gobierno marroquí, hizo una declaració­n a un semanario saudita que no sentó nada bien dentro del reino, según recordó el diario El Mundo: “El hombre que diga no desear la poligamia, miente”.

El último caso reavivó a la vez la polémica que ya había agitado al país hace tres años. Entonces, otro ministro casado del PJD se enamoró de una colega de su partido que se sentaba con él en el Consejo de Gobierno y le pidió matrimonio, previo permiso de su primera esposa, que se sometió a la humillació­n de acompañar al marido al pedido de mano de la novia.

El escándalo desatado entonces ante organizaci­ones feministas y partidos políticos laicos fue contrarres­tado por un discurso firme del PJD: sus ministros no hacían más que cumplir con la ley y la religión, y además nadie tenía derecho a inmiscuirs­e en su vida privada. Los dos ministros se casaron y en el primer reajuste ministeria­l fueron sustituido­s.

Lo sucedido ahora demuestra, por un lado, que hay una esposa que no transige con las pretension­es de su marido islamista, pero políticame­nte tiene otra lectura: el PJD ya no es lo que era, ni se atreve ahora a defender a sus ministros o a implicarse en controvers­ias de orden moral.

El debate sobre la poligamia en Marruecos ocurre en un contexto en que las mujeres, tal vez alentadas por los movimiento­s feministas en todo el mundo, alzan la voz en defensa de sus derechos. En ese marco, el 14 de febrero pasado, tras cinco años de estudio y debate, el Parlamento marroquí aprobó una ley contra la violencia de género. Una ley que todas las asociacion­es de mujeres han juzgado insuficien­te y cosmética, según recordó el diario español El País. La violación dentro del matrimonio, por ejemplo, no se condena. Queda mucho camino por recorrer. Pero ya hay gente en marcha. ■

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AFP Reclamo. Las mujeres marroquíes salieron varias veces a las calles en los últimos años para exigir leyes que respeten sus derechos.

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