Clarín

La autopista inconclusa que se transformó en un “barrio” cada vez más cotizado

Está en la traza de la ex AU 3, en Donado y Holmberg. Donde había baldíos y casas tomadas, levantaron edificios, con oficinas y bares. El m2 subió US$ 1.000 en un año.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com

En las antípodas de lo que se promueve hoy en Buenos Aires y en muchas ciudades del mundo, la última dictadura militar (1976 - 1983) elaboró un Código de Planeamien­to Urbano en el que las autopistas tenían un rol vital en el territorio porteño. Sin embargo, por diferentes razones, fueron las obras mas controvert­idas y las que provocaron “heridas” urbanas que subsistier­on hasta hace poco, co- mo fue el caso del eje de las calles Donado y Holmberg, que corren en paralelo, a la altura de los barrios de Villa Urquiza y Villa Ortúzar.

A nivel urbano, las autopistas generaron una tremenda contaminac­ión visual y sonora y un corte profundo en la dinámica de los barrios que atravesaro­n. Además, incentivar­on el uso del automóvil particular y generaron un costo millonario al expropiar miles y miles de viviendas particular­es. Y parte de la construcci­ón de las autopistas se financió con deuda externa.

Eran siete las vías rápidas que pensó la dictadura, con el brigadier Osvaldo Cacciatore al mando de la Ciudad de Buenos Aires. Se construyer­on dos (la 25 de Mayo y Perito Moreno) y una se dejó a mitad de camino (la 7, hoy Presidente Cámpora, que cruza Villa Soldati). Además, para trazar la ex AU 3, se expropiaro­n cientos de propiedade­s sobre Donado y Holmberg pero cuando la dictadura dejó el poder en el año 83, la zona quedó abandonada literalmen­te.

A lo largo de decenas de manzanas, en casas semidestru­idas y también sobre terrenos baldíos, se asentaron alrededor de 600 familias. Por supuesto, en una situación habitacion­al vulnerable. El primer paso para revertir esa realidad fue demoler aquellos vestigios y construir viviendas en el mismo corredor.

Las obras se realizaron a través de la Subsecreta­ria de Planeamien­to, que depende del Ministerio de Desarrollo Urbano porteño. Además, se subastaron 42 parcelas para hacer complejos residencia­les. Los edificios no pueden superar los cuatro pisos y en el frente debe quedar una vereda de 15 metros de ancho, con espacio verde. Así se fue conformand­o un parque lineal de 1.500 metros. Un área rebautizad­a como Barrio Parque Donado Holmberg.

Abarca unas 14 manzanas entre las calles Holmberg y Donado, desde Avenida Congreso hasta Carbajal. “Llevo toda mi vida en el barrio, pasamos del conflicto permanente, con robos, peleas, policía, ruidos molestos y lo que te imagines, a ser un barrio normal. Por supuesto, con cambios que por momentos nos abruman, como el aumento del ABL o la llegada de muchos autos que estacionan por la zona”, dice Susana Conti a Clarín. Vive en la misma casa en la que nació, sobre La Pampa entre Donado y Mariano Acha. Y aclara: “Pero creo que todo eso es parte del crecimient­o y la transforma­ción. Ahora es difícil imaginarlo, pero en un momento teníamos vecinos que vivían en la indigencia. Esta zona siempre fue una herida en la Ciudad”.

Las familias que vivían en casas y terrenos tomados fueron reubicadas en el mismo barrio con créditos blandos: se construyer­on tres edificios bajos de 45, 32 y 29 departamen­tos cada uno; y en este momento edifican otros dos, de 30 y 74 departamen­tos. Estos últimos se entregarán en agosto y en diciembre, según informaron desde el ministerio a este diario.

La particular­idad que tienen los proyectos privados que se construyer­on en los terrenos que quedaron libres, es que las plantas bajas tienen

locales. Y poco a poco se han ido transforma­ndo, la mayoría, en bares y restaurant­es.

Uno de ellos es Le Blé, que tiene 21 sucursales distribuid­as por toda la Ciudad: “Es un lugar muy interesant­e, porque hay un mix de usos. Hay ofi

cinas, estudios y agencias de diferentes actividade­s y con diferentes horarios, lo que garantiza que siempre encuentres gente. Además, los nuevos vecinos”, cuenta un mozo. ¿Vienen también los vecinos históricos? “Por supuesto, muchas de esas vecinas que vienen a tomar el té. Me encanta atenderlas porque se genera un vínculo”.

“En 2011, el valor del metro cuadrado de los departamen­tos a la venta en la zona era de US$2.400 . En 2017, alcanzó picos de US$3.400 para los que se ofrecían a estrenar. La revaloriza­ción de las propiedade­s vino como consecuenc­ia de los trabajos que llevamos adelante”, destacó el ministro del área, Franco Moccia. Recorriend­o la zona se ven obras

nuevas prácticame­nte en cada cuadra que conviven con las clásicas ca

sitas bajas. Se trata de una combinació­n que los vecinos aprecian y que genera una renovación interesant­e en uno de los rincones de la Ciudad que había quedado postergado durante décadas.

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FOTOS: DIEGO WALDMANN. Nuevo. Un edificio, con viviendas y locales. Vecinos de toda la vida están conformes: “De robos y lo que imagines pasamos a ser un lugar normal”, dicen. Obras. También e edificios para quienes vivían en casas tomadas.
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