Del Potro estuvo a nada y Nadal se llevó todo para llegar a semis de Wimbledon
Lucharon durante casi cinco horas y recién en el 6-4 del quinto set hubo una diferencia para el N° 1 del mundo.
Cuando chocan dos potencias y ambas presentan un alto nivel, la definición se reduce a los pequeños detalles. Fue lo que sucedió entre Rafael Nadal (segundo favorito) y Juan Martín Del Potro (quinto preclasificado). Esta vez fue para el español, aunque quedó la sensación en la cancha central del All England que pudo haber sido para cualquiera.
En el gran choque de los cuartos de final de Wimbledon (15.982.000 libras) se impuso la defensa incansable del manacorí contra el voraz ataque del tandilense en una batalla con tintes de épica que se resolvió en cinco sets (7-5, 6-7 (7-9), 6-4, 6-4 y 6-4) que se extendieron por cuatro horas y 48 minutos que no muchos dudaron en catalogar de inmediato como el mejor partido de la edición 2018 del torneo. De hecho, nada menos que Andy Mu- rray, co-comentarista televisivo, aseguró que el quinto y definitivo parcial fue “uno de los mejores” que vio en su vida.
Nadal tenía la falsa presión -meramente desde la estadística y que difícilmente tuviera presente al salir a la cancha- de evitar que se diera, por primera vez en la historia, una eliminación suya y de Federer en el Grand Slam británico el mismo día. Y se encontró con un Del Potro dispuesto a que ello ocurriera. No por nada se trata del jugador terrenal más capacitado para vencer a los mejores.
“Cuando juega así, es casi imposible ganarle”. La frase la había soltado el argentino en Roland Garros cuando perdió con el rey del polvo de ladrillo luego de robarle apenas seis games. Claro que ahora la cosa era bien distinta: pese a que Nadal fue dos veces campeón de Wimbledon, la superficie le ajusta mucho mejor al argentino. Cada drive, mortífero ya de por sí, cobra un mayor poder en el rapidísimo césped. Pero el español es el más incansable batallador que haya visto este deporte.
A veces da la sensación de que al número 1 del mundo hay que matarlo para vencerlo. Nunca se puede dar por sentado un punto contra él. Vaya
Quedó la sensación en la cancha central del All England que pudo haber sido para cualquiera.
muestra de ello fue ese primer set en el que un Del Potro arrollador desde el saque (siete aces y 80 por ciento de puntos ganados con el primer servicio) lo puso contra las cuerdas. Sin embargo, luego de tres chances desaprovechadas, a la cuarta oportunidad de quiebre Nadal se llevó el parcial.
El segundo tuvo en Del Potro el mérito de no dejarse caer por lo ocurrido en el arranque y por las oportunidades desaprovechadas para cerrarlo quiebre arriba. En el tie break, sin embargo, sacó a relucir su pasta de campeón e igualó las acciones.
El dominio en el tercer set le permitió llevárselo al perdedor en el décimo game, justo cuando la cuerda se tensaba. Con una enorme autoridad logró tener tres set points y pasó por caja.
Pero Nadal por algo es quien es: sacó lo mejor de sí en el cuarto capítulo y redujo sus errores casi al mínimo cuando todo se ponía en su contra: no ofreció puntos de quiebre, sacó con solidez y devolvió con maestría.
Para el cierre, Del Potro lo emparejó, pero cometió el mayor de los pecados: dejó ir un juego de saque pese a que sólo le dio a Nadal dos break points y no aprovechó ninguno de los cinco que tuvo cuando su rival sufrió hasta los límites para sostener su servicio. Allí, al cabo, estuvo la diferencia final que puso a uno en su primera semifinal en el torneo en siete años y al otro, en el avión de regreso.
Ahora Nadal enfrentará al serbio Novak Djokovic (12°), que venció al japonés Kei Nishikori (24°) por 6-3, 36, 6-2 y 6-2 por 52ª vez en su vida.
“Creo que jugué muy bien, pero Rafa es Rafa. A veces jugás tu mejor tenis y no te alcanza para vencerlo. Pero estoy contento con mi actuación. Físicamente estoy bien y eso me da confianza para el futuro”, dijo el cuarto del mundo. Si queda alguna sensación positiva, al margen de que otra vez pasó de largo la cercanía con la gloria, es la que Del Potro se encargó de reafirmar: es el humano más cercano a los extraterrestres del tenis. ■