“Las costas de Libia y aquellos íconos del horror”
¿Qué es un ícono ?: el símbolo que nos permite acceder de la manera más rápida al lugar donde se encuentran los cosas con las que necesitamos contactarnos o vincularnos. Detrás, debajo o dentro de cada ícono creado agruparemos todo aquello que tiene algún patrón de semejanza o interés, que de otra manera nos resultaría difícil o incluso imposible localizar.
El mundo inundó las primeras planas de los diarios mostrando aquella imagen de Aylan exánime, de bruces en la arena y la convirtió en ícono del horror, al cual el hombre necesitaba acceder con urgencia, no ya para evitar esa muerte, sino para intentar solucionar sus irresueltos problemas de convivencia y coexistencia. Para evitar esos saltos al vacío que el terror de las guerras provocan. Pero aquel ícono, igual que sucede con aquello que se vuelve cotidiano, pronto comenzó a desaparecer de la conciencia de los mismos actores que lo catapultaron a las tapas de los diarios, siendo reemplazado por otro horror, de los muchos que la humanidad suele engendrar: el del niño bañado en sangre, barro y lágrimas, sentadito en una silla de la guerra en Siria, que impactó duro en las sociedades de occidente. Pero, de la misma forma que actuamos luego de ver una película que nos conmueve, la rutina nos alejará de ese estado de conmoción guiándonos por el lugar donde transitan nuestros días, el trabajo, la escuela de los hijos y las preocupaciones caseras que tomaran el control de nuestras preocupaciones y angustias.
Pocos días atrás, las tapas de los diarios volvieron a llenarse con fotos de las costas de Libia (como si se tratase de un virus maldito al que no se puede erradicar). Ellas nos muestran a un grupo de socorristas, en actitud solemne, cargando entre sus brazos los cuerpecitos de esas criaturas, vestiditas como ángeles rescatados del agua, tiesos, inertes, desgarradores. Una imagen que guarda patética similitud con la de aquellos hermosos muñecos de pasta con los que jugaban las niñas en el siglo pasado.
Volviendo a los migrantes y el horror que acompaña sus días, urge la pregunta, ¿qué hacer para que la ONU actuando de oficio, retome como iniciativa humanitaria urgente aquella luminosa propuesta del magnate egipcio (que quería comprar una isla para que los desesperados migrantes construyeran en ella su propia república) haciendo las veces de mediador entre Sawiris, Italia y Grecia?
Juan José de Guzmán jjdeguz@gmail.com