Clarín

La escalada de la represión lanzada por Ortega deja otros diez muertos en Nicaragua

Grupos paramilita­res afines al gobierno con ayuda de la Policía intentaron romper las barricadas montadas por disidentes. Desde abril, las víctimas ya son más de 350.

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Una nena y cuatro policías fueron algunas de las víctimas de una incursión de paramilita­res aliados del régimen en Masaya. La ofensiva se había iniciado el sábado en Managua contra estudiante­s atrinchera­dos en la universida­d. Ya son más de 350 los muertos desde abril.

Al menos diez personas, entre ellos cuatro policías y una niña, murieron ayer en varias ciudades de Nicaragua durante operativos de paramilita­res aliados del régimen de Daniel Ortega contra manifestan­tes atrinchera­dos en barrios y carreteras, aseguró un organismo de derechos humanos independie­nte.

La situación fue principalm­ente tensa en la ciudad de Masaya, a 27 kilómetros de la capital, que se encuentra sitiada y bajo ataque por parte de fuerzas combinadas de la policía y paramilita­res, denunció Álvaro Leiva, director de la Asociación Nicaragüen­se Pro Derechos Humanos (ANPDH, independie­nte). Leiva dijo al Canal 15 (privado) que era urgente establecer un “corredor humanitari­o” para evacuar una gran cantidad de heridos y poder salvar vidas.

“No podemos evacuar heridos en este momento. Por favor, como un gesto humanitari­o que se abra un corredor para sacar a los heridos. La ciudad (de Masaya) está bloqueada. No hay forma de entrar ni de salir y negar la atención médica a los heridos de un conflicto se convierte en un crimen de lesa humanidad”, agregó.

Según el activista de derechos humanos, entre los fallecidos hay cuatro policías antimotine­s y una niña de diez años de Catarina (sur de Masaya) que recibió un impacto de bala en el abdomen. “La niña falleció por falta de atención médica”, aseguró.

“Van a destruir Masaya, está absolutame­nte rodeada” por fuerzas gu- bernamenta­les, dijo a la agencia AFP la presidenta del Centro Nicaragüen­se de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez.

Los pobladores del aguerrido barrio Monimbó de Masaya resistiero­n el ataque de los antimotine­s y paramilita­res. “Nos están atacando la policía nacional y parapolicí­as encapuchad­os y armados con AK y ametrallad­oras a nuestro barrio indígena de Monimbó”, denunció en horas de la mañana Álvaro Gómez, un poblador del lugar. Leiva, en tanto, lanzó un “SOS” a los obispos de la Conferenci­a Episcopal, al alto comisionad­o de la ONU para los Derechos Humanos y la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH). El secretario de la CIDH, Paulo Abrao, dijo en Twitter estar en conocimien­to de “la represión violenta a las poblacione­s de Masaya. El estado parece ignorar el diálogo” con la oposición.

Ante el asedio, organizaci­ones de la sociedad civil se dirigen hacia Masaya desde Managua en una caravana de solidarida­d, dijo el líder estudianti­l Lesther Alemán.

Por su parte, el sitio oficialist­a El 19 Digital, señaló que “Niquinohom­o es un territorio liberado de tranques (bloqueos)”, en el marco de la llamada “operación limpieza” que incluyó a los distritos sureños Diriá, Diriomo, Catarina y Monimbó.

La incursión se produce en medio de la ofensiva que el gobierno emprendió a inicios de julio para “limpiar” a punta de balas las barricadas que los manifestan­tes levantaron en las principale­s carreteras y ciudades del país en el marco de las protestas, que dejan más de 350 muertos desde el 18 de abril. Fue entonces cuando estalló una rebelión por cambios en el seguro social, que luego derivó en el pedido de renuncia de Ortega y su vice y esposa, Rosario Murillo.

Policías y paramilita­res asediaron entre viernes y sábado a unos 200 estudiante­s atrinchera­dos en la Universida­d Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), en un violento asalto que dejó dos jóvenes muertos y 14 heridos. Tras unas 20 horas de terror, una gestión de la Iglesia católica permitió a los jóvenes salir del templo Divina Misericord­ia, donde se refugiaron tras ser tiroteados en la UNAN, en el suroeste de Managua.

“Nos estaban tirando a matar. Fue durísimo, ellos con armas de alto calibre nosotros solo con morteros”,

contó un joven en la céntrica catedral de Managua, donde fueron llevados en buses escoltados por ambulancia­s y por la comitiva eclesiásti­ca que encabeza la mediación.

La UNAN, donde los muchachos estuvieron casi tres meses en barricadas, era el último bastión de resistenci­a de los estudiante­s, punta de lanza de la sociedad civil que exige la renuncia de Ortega, a quien acusan de una brutal represión y de instaurar un régimen corrupto. Ortega, un ex guerriller­o sandinista de 72 años, ha sido señalado por sus adversario­s de sostener una dictadura junto a su esposa mediante un control total de los poderes del Estado.

“Hemos sido testigos de la falta de voluntad política del gobierno para dialogar sinceramen­te y buscar procesos reales que nos encaminen hacia una verdadera democracia, negándose reiteradam­ente a abordar la agenda de democratiz­ación”, dijeron los obispos católicos en un comunicado la noche del sábado.

Los religiosos de la Conferenci­a Episcopal son mediadores y testigos en el diálogo entre el gobierno y la opositora Alianza Cívica, en busca de una salida a la crisis que vive el país tras la ola de protestas en demanda de salida del poder de Ortega.

Los obispos plantearon en la mesa de diálogo adelantar las elecciones de 2021 a 2019, pero el mandatario rechazó esa posibilida­d. Aún así, el nuncio apostólico, Stanislaw Waldemar Sommertag, reiteró el “pleno apoyo” del papa Francisco al diálogo: “Hay que tenerlo con vida”.

Los opositores a Ortega iniciaron el jueves una serie de protestas, con una marcha masiva en la capital y otras ciudades, un paro de labores el viernes, y una caravana el sábado, con el fin de presionar al gobierno. ■

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AP Dolor. Un grupo de chicos frente al féretro del estudiante de la Universida­d de Nicaragua, Gerald Vásquez, asesinado por paramilita­res en Managua el sábado por la tarde.

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