Clarín

La OEA debe tener una actitud más firme para detener la violencia

- Roberto García Moritán Ex vice canciller argentino

Nicaragua enfrena un cuadro de estallido social y grave debilitami­ento del sistema democrátic­o con una represión gubernamen­tal y de paramilita­res afines, que merece la mayor condena internacio­nal. La violación de los derechos humanos es diaria con un número alarmante de muertos, presos políticos y desapareci­dos. La iglesia, a través de Monseñor Silvio Báez, denuncio brutales torturas a detenidos en dependenci­as estatales. También el estado de derecho y la libertad de expresión han ido desapareci­endo por medidas de neto corte autoritari­o que criminaliz­a las legítimas y espontánea­s protestas sociales. Resulta urgente la reacción de la co- munidad internacio­nal, en particular de América Latina, para poner freno a una delicada situación que parece encaminars­e a escenarios más dramáticos. Es necesario una acción más decidida de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) en virtud de que el diálogo que había establecid­o el Secretario General no ha merecido, quizás por falta de transparen­cia, mayor confianza y credibilid­ad. Sin embargo, los resultados del Mecanismo Especial de Seguimient­o para Nicaragua (MESENI), que acompañó a la Comisión de Verificaci­ón y Seguridad (CVS), instituida en el marco del acuerdo de diálogo, deja en claro que la crisis política de Nicaragua necesita de actitudes más firmes para prevenir desbordes trágicos. También lo hace el contundent­e informe de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH). En este contexto, parecería necesario implementa­r las recomendac­iones de la CIDH sobre las violacione­s a los derechos humanos, el desarme de los paramilita­res, el fin del terrorismo de Estado y el esclarecim­iento de los asesinatos. También profundiza­r el mandato del MESENI y crear las condicione­s para pacificar el país a través de un llamado más efectivo al diálogo y eventualme­nte a elecciones generales anticipada­s. Otro camino, ante los desilusion­antes resultados diplomátic­os del Se- cretario General de la OEA, es la intervenci­ón directa del Consejo Permanente. El artículo 18 de la Carta Democrátic­a Interameri­cana señala una primera acción para adoptar decisiones dirigidas a la preservaci­ón de la institucio­nalidad democrátic­a y su fortalecim­iento. Lamentable­mente en el caso de Nicaragua, la OEA enfrenta una parálisis casi similar a la de Venezuela en la que tardó un año en adoptar una primera resolución. Otra vez un pequeño grupo de países, mayoritari­amente del Caribe, además del caso particular de Costa Rica, bloquean cualquier medida preventiva. Es hora de que la OEA resuelva el dilema cíclico que enfrenta en la toma de decisiones. Las tragedias de Venezuela y Nicaragua aconsejan acciones para evitar que el máximo organismo hemisféric­o caiga en la irrelevanc­ia. ■

El máximo organismo continenta­l debería actuar para evitar caer en la irrelevanc­ia.

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REUTERS Combates. Un grupo de policías se prepara para disparar durante los choques con manifestan­tes opositores en la ciudad de Masaya.

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