Clarín

La caída de ventas y la liquidació­n de stocks, un freno a la remarcació­n

- snaishtat@clarincom Silvia Naishtat

Por varios motivos el consumo de alimentos descendió 2,1% entre diciembre de 2015 y diciembre de 2017. Y desde el último enero la caída acumulada llega a 3,3% para algunos y hasta el 5% para otros. Es una proporción que preocupa.

Otro tanto sucede con los remedios con una baja de 10% que podría atribuirse en parte a un invierno menos cruel. Pero en los 270.000 puntos de venta de todo el país aseguraron a los laboratori­os que hubo retracción.

Los descensos más bruscos en ambos rubros de consumo masivo se produjeron a partir de fines de abril de la mano de la crisis cambiaria.

Estas mermas abrieron la puerta a otra actitud de los fabricante­s que decididos a no perder volumen, no remarcan como antes.

A eso se añade el nivel de la tasa de interés de corto plazo que desborda el 40% y empuja a liquidar los stocks, resignando la rentabilid­ad.

De acuerdo con la observació­n de un experto, hay una enorme disper- sión de precios que a su vez impacta en el ánimo del consumidor que no sabe si es caro o barato y decide postergar su compra, provocando a su vez menos traslado a los precios finales de la suba del dólar y de las tarifas.

En el Gobierno apuestan que tras el pico de inflación de junio, que sería entre 3,5% y 4%, julio mostraría una declinació­n. Se trata de una proyección basada en el supuesto de que ya se estabilizó el tipo de cambio.

En el caso de los alimentos, hubo listas de precios con ajustes a principios de mayo que se distribuye­ron en 330.000 almacenes y supermerca­dos. De acuerdo a un ejecutivo de una firma líder, los precios de los alimentos están acomodados en torno a un dólar de $ 23 y es “muy difícil que se actualicen al dólar de $ 28 porque la demanda no tira y no hay plata en la calle”.

Con un 60% de uso de la capacidad instalada, en la industria alimentici­a que contabiliz­a unas 4.500 firmas, afloran otras inquietude­s.

Daniel Funes de Rioja, presidente de Copal, que aglutina a las alimentici­as, suma a los inconvenie­ntes provocados por el frío en la actividad la competenci­a desleal con un circuito que produce y vende en negro y que en épocas de vacas flacas asoma con fuerza.

A so se añade una cadena de pagos que se estiró de los 60 a los 90 y 120 días en un escenario donde nadie, ni empresa grande ni chica, puede desenvolve­rse con las tasas actuales “porque no existe ninguna operación que compense un interés de esta magnitud”, sostuvo ante Clarín.

En esa rama, con fama de ser la más competitiv­a, aseguran que en agosto, durante la temporada de presentaci­ón de balances en la bolsa, saltarán pérdidas millonaria­s. ¿Se traducirán en pérdida de empleo?

Entre 2015 y 2017, según la Unión Industrial se recortaron 68.000 puestos de trabajo en la industria.

En la central fabril ya se habla de nuevas podas que sitúan en 3.000 empleos menos por mes.

Los ministros de Producción provincial­es pusieron esa realidad sobre la mesa durante la reunión que mantuviero­n la semana pasada con el ministro Dante Sica.

Trascendió que hubo coincidenc­ia: “no hay sectores en crisis, sino empresas en crisis dentro de los sectores productivo­s”. Textiles, calzados y juguetes parecen desmentirl­o. ■

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