Clarín

La lucha de Alejo: un mal le impide eliminar un tóxico muy peligroso

Tiene 3 años y es una de las pocas personas que sufre el síndrome de la triple H. Está medicado y sigue una dieta estricta.

- Vanesa López valopez@clarin.com

Llega al cumpleaños con su camiseta de Messi y va directo a la cancha. Vuelve transpirad­o, va al metegol y juega como uno más. Hasta que estira la mano a la torta con velitas y recibe el "no" de su mamá. Ella saca de la cartera un tupper, le da su porción del día, milimétric­amente calculada. Salvo ese detalle, nada haría suponer que Alejo Estigarrib­ia, un nene de 3 años que vive en Remedios de Escalada, es una de las pocas personas del mundo con "síndrome de la triple H".

Está dentro de los "trastornos del ciclo de la urea", es decir, que no funciona correctame­nte el proceso por el cual su cuerpo se deshace del amonio (un residuo del metabolism­o de las proteínas), que es tóxico para el sistema nervioso central. Las tres "H" son por la hiperornit­inemia (proteína que Alejo tiene de más), la hiperamone­mia (se le acumula amonio) y la homocitrul­inuria (le falta citrulina).

Las causas son hereditari­as. Todos tenemos dos genes: uno viene de la madre y otro del padre. En el caso de Alejo, ambos son portadores sanos. Él, como tiene los dos genes alterados, manifiesta la enfermedad. Las chances de que pase son muy bajas.

"Si tanto usted como su pareja son portadores de un defecto genético pa- ra la misma enzima del ciclo de la urea, cada vez que la mujer queda embarazada hay una probabilid­ad entre cuatro de que el bebé nazca con el trastorno del ciclo de la urea", detalla el Registro Europeo de Enfermedad­es Metabólica­s Hereditari­as de tipo Intoxicaci­ón (E-IMD).

El de Alejo es un caso "de libro" y eso desespera a su mamá, Laura Petersen. La angustia pensar que todo es "prueba y error". Como la semana pasada, cuando Alejo tuvo anginas. "Llamaba a los médicos, y no sabían qué hacer. Me decían: ' tenés que ver cómo se siente, vos sos el sensor de él'. Estuvimos una semana con el bolso a medio armar, a ver si nos internábam­os o no", dice y se seca las lágrimas.

Decide contar su historia a Clarín para llegar a más casos, porque sabe que la enfermedad está subdiagnos­ticada. También, para ayudar a otras familias. Armó el grupo de Facebook “Síndrome HHH”, donde comparte los pocos datos que consigue. Así le llegó el contacto de una mujer mexicana que dice que a su hijo le diagnos-

ticaron lo mismo. Mientras, fantasea con crear una fundación, aunque se pregunta: "¿Para qué, si es el único?"

"No hemos tenido registros de pacientes con esta patología, ni en las consultas que recibimos, ni en el trabajo de relevamien­to del 2016/2017", informó a la Federación Argentina de Enfermedad­es Poco Frecuentes (FADEPOF). El laboratori­o Dr. Chamoles, que también trabaja con enfermedad­es raras, solo tuvo el caso de una nena que nació en 1994. La siguieron hasta 2005 y le perdieron el rastro.

A nivel mundial, el portal sobre enfermedad­es raras Orphanet evaluó el perfil de 111 pacientes con este síndrome. Son todos los casos reportados desde 1969 -cuando le pusieron el nombre a la enfermedad- hasta 2015. No hay argentinos en la lista.

Clarín consultó a la prestigios­a Mayo Clinic. "La enfermedad es muy rara, pero en ciertas poblacione­s es más frecuente: los canadiense­s franceses y también en una parte específica de Eslovaquia e Italia tienen una incidencia más alta. En los Estados Unidos, sabemos de los casos de dos niños y solo un adulto", sostiene la médica genetista Eva Morava-Kozicz.

David Valle, director del Instituto de Medicina Genética McKusickNa­thans de Johns Hopkins, contó a este medio que estuvo involucrad­o en el cuidado "de una docena de pacientes". Conoció casos de Estados Unidos, Canadá y Europa. "Hay una mayor frecuencia en ciertas poblacione­s. En la Canadá francesa se estimó una frecuencia de 1/6000 personas. En otras partes del mundo no hay buenas estimacion­es", reconoce.

Cuando Alejo tenía un año, detuvo el crecimient­o y no caminaba. "El pediatra me decía: ' todos los nenes tienen su tiempo'", recuerda Laura. Cuando empezó a comer, rechazaba la comida. "Yo le insistía al pediatra, pero me decía que era caprichoso", sigue la mamá. También le costó empezar a hablar y necesitó un fonoaudiól­ogo. Nunca tuvo convulsion­es, uno de los síntomas de la enfermedad.

Lo llevaron a una neuróloga, hicieron un análisis y notaron que el hígado no le funcionaba. Ese día tuvo somnolenci­a, otro síntoma. Le hicieron otro análisis y le detectaron el amonio "por las nubes". Fue a la guardia del Hospital Británico y lo derivaron a la Fundación Favaloro, porque suponían que necesitaba un trasplante hepático. Ahí detectaron que el problema era la alimentaci­ón y lo derivaron al laboratori­o de neuroquími­ca Dr. Chamoles, donde le diagnostic­aron el síndrome de la triple H.

El tratamient­o es una dieta. Alejo no puede comer ninguna proteína de origen animal y todo el resto debe ser medido. Actualment­e ingiere 21 gramos de proteínas por día. Por ejemplo, el desayuno o la merienda es leche para bebés y 3 galletitas de agua o 6 bizcochito­s de grasa o 2 galletitas de chocolate. El almuerzo o la cena incluye 130 gramos de arroz o 90 gramos de fideos más 80 gramos de brócoli o 50 gramos de papa.

"Me compré una balanza y un cuaderno. Llevo todo anotado, comida por comida", cuenta Laura. "En el jardín, la maestra me dice todos los días lo que merienda, porque tengo que anotarlo", continúa. Además, el nene toma citrulina y una medicación especial cuando tiene el amonio aumentado. Aunque tenga un problema -como anginas o gripe- no puede dejar de comer sus 21 gramos de proteínas, ni puede vomitar. Si no come, hay que internarlo con suero.

"Está subdiagnos­ticada. Todas las enfermedad­es metabólica­s en general lo están", dice Consuelo Durand, directora médica del laboratori­o Dr. Chamoles, quien sigue el caso día a día. Sugiere a los médicos hacer el estudio que mide el amonio. También, cuando no se conoce la causa de una enfermedad, seguir investigan­do teniendo en cuenta a las enfermedad­es metabólica­s, "que si bien no son las más frecuentes, existen". ■

 ?? DAVID FERNÁNDEZ ?? Sonrisa. Alejo Estigarrib­ia posa para Clarín en su casa de Remedios de Escalada. Tenía un año cuando le detectaron la enfermedad.
DAVID FERNÁNDEZ Sonrisa. Alejo Estigarrib­ia posa para Clarín en su casa de Remedios de Escalada. Tenía un año cuando le detectaron la enfermedad.
 ??  ?? Familia. Alejo, con su mamá Laura, su hermana Mora y su papa Daniel.
Familia. Alejo, con su mamá Laura, su hermana Mora y su papa Daniel.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina