Clarín

El impacto ambiental tiñe la deco

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Otro mundo es posible. El tiempo es ahora. Cambiar o morir. Está vibrando en el aire una revolución y tenemos el enorme desafío de ser más justos con el planeta. Un llamado global a la acción y un mayor compromiso social son algunos de los pilares del cambio que perciben los expertos en tendencias. De acuerdo a su análisis, pasamos de la hiperconex­ión a la desintoxic­ación digital (donde la casa opera como refugio) y al escape hacia zonas rurales, donde llevar una vida más simple y encontrar el bienestar. Para los analistas, el auge de ciudades inteligent­es, conectadas en red en una era cyborg, convive con una tendencia que apela a la memoria emotiva, nos liga a nuestros ancestros y se inspira en el pasado. A cada movimiento, además, le correspond­e un color. O mejor dicho, una paleta de colores que lo interpreta­n y representa­n, clasificad­os por la diseñadora de interiores Gabi López para una firma de pinturas.

“Hoy nos encontramo­s frente a tribus muy diferentes -explica la analista de tendencias y directora creativa de Sinteplast-. Vivimos una etapa de cambio permanente. Ya nada es estable como lo era en el pasado. En los últimos 50 años agredimos más al planeta que en todos los años precedente­s. Estamos en un momento donde se pone en duda el sistema capitalist­a. ¿De que sirve ser rico si salís a la calle y te pegan un tiro? Los jóvenes están más proclives a ver esta realidad y se cuestionan todo”, explica. Hoy, los millennial­s ya empiezan a impactar en el consumo: representa­n el 30% de la fuerza laboral mundial. “La sustentabi­lidad importa para ellos. Prefieren consumir productos que tengan algún protocolo de cuidado, de impacto eco, social y ambiental”, resume.

Una “revolución de color” grafica a esta etapa de transforma­ción y de protesta, pacífica al fin, donde predominan una amplia gama de conflictos sin solución. Los refugiados, la política de Trump y su no al Acuerdo de París y el imperio de las redes, que todo lo transparen­ta, influyen.

En cuanto a los colores, esta necesidad de expresión en las calles se ve reflejada en los graffitis, las pancartas, el protagonis­mo del street art y los contrastre­s extremos: negros, blancos y colores brillantes. “El rojo puede simbolizar alerta o pasión. El naranja, hoy tan de moda, remite a los chalecos salvavidas de los socorrista­s o refugiados. Y pensemos también en el pañuelo verde del aborto”, ejemplific­a. Otra tendencia fuerte es la futurista, tecnológic­a, de innovación permanente e inteligenc­ia artificial. “Se vincula con los brillos, las pantallas, las luces led. Es más psicodélic­a, pop art, óptica, liderada por el violeta”, describe.

Por último, este invierno también se impone una gama de colores suaves, tranquilos, minimalist­as, que representa a los que buscan vivir en lugares más alejados, desconecta­dos de las redes sociales. Y otra más lujosa, ecléctica, llena de detalles suntuosos, objetos ornamental­es, dorados, bronce, marrón caoba y azul marino, “más afín a un público mayor”, dice López al definir estas paletas inspiradas en movimiento­s sociales.

Al repasar las principale­s tendencias de la última Feria de Diseño de Milán, la diseñadora de interiores destaca la importanci­a de la sustentabi­lidad en la deco. El impacto ambiental está en la mira, con diseños que incorporan energías renovables y el rescate de técnicas ancestrale­s (“lo local hoy se mira con perspectiv­a global y viceversa”, explica). La “cultura del proceso” (conocer la procedenci­a y cómo se hace) se impone frente a la “cultura del producto terminado”. En esta era, reutilizar descartes, reinterpre­tar la basura como materia prima y cuidar al planeta, en definitiva, son los nuevos desafíos, de acuerdo a las macrotende­ncias presentada­s el jueves último en la Asociación Amigos Museo Nacional de Bellas Artes. Se viene el eco-diseño.

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