“Si es el mejor jugador y luego mejor persona, ¡surge mi admiración!”
A raíz del Mundial estoy leyendo innumerables comparaciones entre Maradona y Messi, y no puedo abstraerme de opinar también, asumiendo las críticas y pareceres distintos. Personalmente, prefiero discernir entre lo que aportó cada uno como jugador y como deportista, con las significativas diferencias que hay entre un concepto y el otro. Entiendo como “jugador” a aquel que realiza su accionar pura y exclusivamente a lo referido en la competición (acciones en el campo de juego, en el vestuario, en los entrenamientos, concentraciones, etc.); cuando referencio a “deportista” involucro a aquel que más allá de una cancha, irradia valores que la sociedad -especialmente la de su propio país- valora y en la que de alguna manera quiere verse reflejada.
En el segundo caso (“deportista”) probablemente Messi gane por varios goles; además de jugar muy bien al fútbol, parece un padre dedicado, un esposo dispuesto, un buen compañero, políticamente correcto (no se le conocen preferencias o ideologías) y nunca hace declaraciones altisonantes o descalificadoras. Ahora, como “jugador”, Maradona es único no por los Mundiales o títulos que ganó, sino por algunas cuestiones puntuales: Diego jugó varios años en la Primera división de clubes en la Argentina (Argentinos Juniors, Boca) donde los hinchas lo veían en vivo y en directo todas las semanas y donde los de su club lo amaban y los de enfrente lo defenestraban (pero interiormente lo admiraban y querrían haberlo tenido de su lado), mostraba su talento en cualquier cancha (aún aquellas que eran literalmente potreros). Eso le dio un “sentido de pertenencia” y “argentini- dad”, que lamentablemente Lionel no experimentó. Como Capitán, Diego era el que hacía accionar a su equipo con el “vengan” (y no con el “vayan”); basta recordar la final del Mundial de Italia cuando las 55.000 personas silbaban el Himno argentino y nuestro capitán se plantó enojado frente a su equipo para gritarles: “Ahora más que nunca”. Diego jugó en equipos donde sus compañeros eran “normales” (y algunos subnormales) y los hizo brillar (Napoli por ejemplo). Lionel jugó siempre en Barcelona con algunos jugadores extraordinarios (casi tanto como él) y todos brillaron. Cuando alguien consigue aunar la excelencia del jugador al deportista ejemplar, para mí se convierte en la categoría de “ídolo”. Por ejemplo, Federer es reconocido mundialmente, claro que alguno dirá que el fútbol es distinto a todo, pero es deporte también. Y creo también que en la Argentina los tuvimos y tenemos; personalmente tuve el privilegio de entrenar a dos con ambas características: Hugo Porta (mejor jugador de Rugby del Mundo en 1987) durante 11 años, y a Luciana Aymar (8 veces la mejor del Mundo en Hóckey) por más de 15 años. También la Argentina tiene vigente un “ídolo” reconocido mundialmente: Manu Ginobili, excelente jugador (en el básquet más exigente del Mundo) y mejor persona.
De ahí que no me importen tanto los títulos y los goles que hicieron uno u otro. Son momentos, circunstancias. En la competencia quiero al mejor jugador, finalizada la misma quiero a la mejor persona, si ambas se aúnan … ¡surge mi admiración!