La centroderecha cierra filas en Brasil en torno a un candidato del establishment
Cinco partidos dan su apoyo al ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, del PSDB, el partido de Temer.
Algo comienza a cambiar en el confuso escenario político brasileño. Es que los partidos de centro-derecha resolvieron apostar sus fichas al candidato socialdemócrata Geraldo Alckmin, en las elecciones del 7 de octubre. Son cinco agrupaciones que, entre todas, aportan 3 minutos 33 segundos de TV. Aun cuando pueda parecer obtuso que las coaliciones se realicen en base a principios publicitarios, en vez de programáticos, el deseo de ser gobierno y conseguir ministerios supera cualquier clase de diferencia.
Lo cierto es que Alckmin, ex gobernador de San Pablo que dejó el pues- to en abril para postularse a las presidenciales, acaba de recibir con esa iniciativa del “centrón” -como llaman aquí a esa alianza de cinco- un aire que le permitirá respirar. Seguramente, tendrá un impacto en las encuestas, que hasta ahora le dan mal al dirigente “tucano”.
La noticia cayó bien en los mercados. La bolsa de San Pablo cerró con un alza de 1,40%.
A Alckmin no le fue fácil conseguir el éxito en las negociaciones con ese grupo. Es que estos partidos, entre ellos el Partido Progresista, Demócratas (DEM) y Partido de la República (PR), habían vislumbrado la posibilidad de nuclearse alrededor del aspirante de la centroizquierda Ciro Gomes. Venían en arreglos con él desde el domingo pasado. Pero a último momento percibieron que la “ideología económica” del postulante laborista contradecía sus propias convicciones (neoliberales) más próximas a las de Alckmin. Algunos dicen que el “centrón” flirteó con Ciro para obtener más ventajas a la hora del cerrar el acuerdo con el ex gobernador paulista. Todo es posible en la política brasileña.
En ese contexto, el reagrupamiento alrededor del “pesedebista” Geraldo pone una cuota de razonabilidad. Es que al fracasar los intentos por encontrar un candidato “sin pasado”, a ser presentado al electorado como intachable (al menos del Lava Jato), se vuelven a erguir las formas tradicionales de hacer campaña.
Como Alckmin viene de la política tradicional, y tiene algo menos de desgaste que su partido (el PSDB) ya que no participó directamente del gobierno de Michel Temer, juzga que la gran alianza que se acaba de forjar en su entorno le dará las chances de entrar en la segunda vuelta. Más todavía si se mide la fuerza de una coalición que le garantiza 38% del tiempo en TV y que cuenta con más de 3.000 intendentes en todo el país. Todos los analistas descartan a priori que alguno de los diversos postulantes pueda ganar de inicio el 7 de octubre.
Mientras el entorno de Alckmin celebraban las “buenas noticias”, que serán formalizadas la semana próxima, en otro escenario y lugar diferente, Brasilia, los convencionales del Partido Democrático Laborista (PDT) consagraban a Ciro como su candidato a comandar el Palacio del Planalto. Durante los 33 años de democracia en Brasil, el PDT supo estar asociado al Partido de los Trabajadores en varias contiendas. Inclusive, su líder históricos Leonel Brizola acompañó alLula da Silva en la fórmula presidencial de los comicios de 1998.
Pero ahora es todo diferente. El ex mandatario está preso en Curitiba y Ciro Gomes no es Brizola (perseguido por la dictadura). Con todo, Gomes no perdió la oportunidad de sugerir en su discurso de ayer que aguarda el “sí” de Lula para recibir el apoyo petista. Reconoció que “después de todo lo que hubo con él, nuestra responsabilidad aumenta mucho. Son 207 millones de personas que debemos vestir, emplear y garantizar que se alimenten, que tengan cuidados médicos. Todos vieron ya en el pasado reciente que es posible ser diferente cuando el gobierno se conecta con el pueblo”. El ex gobernador de Ceará Cid Gomes, hermano de Ciro y director de su campaña, sostuvo ante la prensa que la prioridad del laborismo es ahora “buscar alianzas con el arco político progresista”. ■