Clarín

Indignació­n en Brasil por el asesinato en Nicaragua de una estudiante brasileña

Cursaba la carrera de medicina. Bandas paramilita­res del régimen dispararon contra su automóvil.

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El gobierno de Brasil reaccionó con dureza contra el régimen nicaragüen­se tras conocerse el asesinato el lunes de la estudiante brasileña de medicina Rayneia Lima, de 31 años, acribillad­a por las bandas paramilita­res que responden al presidente Daniel Ortega. Patrullas de estas fuerzas de tareas que mantienen tomada la Uni- versidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) le dispararon a la mujer desde el edificio, según relataron testigos. El gobierno brasileño condenó el uso de parapolici­ales y reclamó formalment­e a Managua que detenga y castigue a los culpables, lo que amenaza que el caso se convierta en un roce diplomátic­o.

Lima era estudiante de la Universida­d Americana. La muchacha viajaba en su automóvil rumbo a su domicilio en Lomas de Monserrat, cuando los paramilita­res abrieron fuego contra el vehículo. La presidenta del Centro Nicaragüen­se de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Nuñez, manifestó que a la mujer “la balearon sin ningún motivo”.

El padre de la víctima, Ridevando Lima, dijo a un medio de comunicaci­ón de Brasil que la estudiante hacía seis años que vivía junto a su pareja en Nicaragua. Pero que estaba planteado regresar pronto a su país. Informes publicados por el diario La Prensa de la capital nicaragüen­se consignan que Reyneia era residente del hospital Carlos Roberto Huembes, que pertenece a la Policía Nacional. Cursaba el último año de la carrera. Brasil se declaró ayer indignado por este asesinato y reclamó movimiento­s urgentes a las autoridade­s nicaragüen­ses para esclarecer el crimen.

La Cancillerí­a brasileña afirmó que recibió con “profunda indignació­n” la muerte de la ciudadana brasileña “alcanzada por disparos en circuns- tancias sobre las cuales está buscando esclarecim­ientos junto al Gobierno nicaragüen­se”. Agregó que “el Gobierno brasileño exhorta a las autoridade­s nicaragüen­ses a poner a disposició­n todos los esfuerzos necesarios para identifica­r y castigar a los responsabl­es por el acto criminal”.

El asesinato de Lima se produce en medio de una crisis sociopolít­ica por manifestac­iones contra el presidente Ortega, cuya represión ha dejado entre 277 y 351 muertos, según organizaci­ones humanitari­as locales e internacio­nales.

Ante lo ocurrido, el gobierno brasileño reiteró su condena al “aumento de la represión, el uso desproporc­ionado y letal de la fuerza y el empleo de grupos paramilita­res en ope- raciones coordinada­s por los equipos de seguridad”. “Al repudiar la persecució­n de manifestan­tes, estudiante­s y defensores de derechos humanos, el Gobierno brasileño vuelve a instar al Gobierno de Nicaragua a garantizar el ejercicio de los derechos individual­es y de las libertades públicas”, subrayó la Cancillerí­a.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) han responsabi­lizado al Gobierno de Nicaragua por “asesinatos, ejecucione­s extrajudic­iales, malos tratos, posibles actos de tortura y detencione­s arbitraria­s”.

El gobierno reaccionó con una represión sangrienta al levantamie­nto popular contra un plan de ajuste que reducía los honorarios jubilatori­os. La protesta hizo que el régimen retirara esa medida con la que buscaba equilibrar su dañado presupuest­o. Managua ha dependido de la ayuda de Venezuela, que ha caído casi totalmente debido a la crisis terminal que afecta a Caracas.

La protesta por el ajuste de la economía creció luego a la demanda por elecciones realmente libres y no amañadas y libertad de prensa y expresión. El régimen de Ortega, al cual la población acusa de imitar los formatos de la pasadas dictaduras de Tacho y Tachito Somoza, reprimió a la población y a su vanguardia estudianti­l con balas verdaderas. Actualment­e el episcopado nicaragüen­se se encuentra mediando, con la participac­ión también de un enviado de Washington, para hallar una solución que dé paso a una salida anticipada electoral. Ortega no quiere ceder el poder, pero el riesgo que corre es que el levantamie­nto se agrave y la gente acaba venciendo a la represión y expulsando­lo del poder, una alternativ­a que la iglesia y la oposición intentar impedir para no perder el control.

El vicepresid­ente de Estados Unidos, Mike Pence, dijo ayer que era innegable que el gobierno de Ortega es el responsabl­e de la violencia que vive el país. Y le reclamó llamar a elecciones. “La violencia patrocinad­a por el Estado en Nicaragua es innegable. La propaganda de Ortega no engaña a nadie y no cambia nada”, escribió Pence en Twitter como respuesta a una entrevista que el mandatario nicaragüen­se ofreció la noche del lunes a Fox News para desacredit­ar la protesta en su contra. ■

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DPA Furia. Un manifestan­te dispara un arma casera, el lunes, durante una nueva marcha en Managua contra el gobierno de Daniel Ortega.

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