“Un plan que terminó con dos disparos directos al corazón”
El Juzgado de Garantías y Transición Nº 1 de Gualeguaychú dio a conocer los fundamentos del fallo por el que Nahir Galarza fue condenada a prisión perpetua el 3 de julio. La joven de 19 años fue hallada culpable de asesinar a su novio, Fernando Pastorizzo, de dos disparos. Para los jueces se trató de un plan “pre ordenado” y ejecutado con frialdad. Argumentaron que durante el juicio, la acusado eligió desvirtuar los hechos con declaraciones falsas.
“Nahir Galarza efectuó citas que fueron desvirtuadas”, dice uno de los magistrados. “Se ha probado que el arma no la llevaba Fernando Pastorizzo, que la imputada no fue arrojada por aquél por la escalera (…) Está comprobado que la moto no zigzagueó, como dijo la imputada, y que al caerse, la moto estaba parada, lo que también pone en crisis los dichos de la encausada”. Los jueces destacan además que Nahir Galarza no quiso “pedir ayuda al remisero que pasó por el lugar” y se fue caminando a su casa, “evidenciando un accionar doloso”.
Sobre el tipo de relación que tenían los jóvenes, expresaron que “está probado que la madre de Fernando y los padres de Nahir conocían la relación, que llevaba varios años y que, sumado a diversos elementos, era estable”. Señalaron que los 104 mil mensajes extraídos por los peritos de Twitter y WhatsApp dan cuenta de lo asentada que estaba la relación. Allí, por ejemplo, llegaron a detectar “incluso un proyecto en común cuando al perder Nahir un embarazo, Fernando le decía de tener otro hijo”.
Sobre la madrugada del crimen, uno de los jueces expresó que “cuando la acusada concurrió a la casa del fallecido la noche del 28 de diciembre, lo hizo en el marco del plan criminal que empezó a elaborar desde que Fernando le dijo que no seguía más con la relación”.
Los jueces argumentaron que Nahir Galarza escogió puntualmente el escenario ideal para ultimar a Fernando, “un lugar apropiado y luego de haber restaurado la confianza con éste, extrayendo el arma cuando el occiso frena la moto, y disparando a quemarropa sin sospechar la víctima que algo así podía ocurrir; ello fue parte de un plan preordenado, rematando al fallecido en el piso, y destacando que los dos disparos que se efectuaron fueron certeros y directos al corazón”. ■