En Rosario, el Paraná “se fue” y no se sabe cuándo volverá
Las postales dan cuenta de lo inusual del fenómeno. Donde antes había agua, ahora hay barro y residuos. Y hay lanchas encalladas en la tierra. Las pasarelas metálicas flotan sobre el aire, sin río a la vista. La bajante del Paraná cambió la fisonomía de la costa de Rosario.
El nivel del río -en descenso desde hace dos meses- sigue bajando. La situación ya preocupa a las autoridades locales, sobre todo por las condiciones de navegación. “Si se navega con una lancha o barco pequeño cerca de la costa pueden aflorar estos bancos y ocasionar un accidente, Lo primero que debe hacer el navegante deportivo, sino conoce bien la zona, es desplazarse a muy baja velocidad”, alertó el jefe de la delegación de Prefectura Naval, Fernando Santucci.
La bajante está vinculada a “cuestiones climáticas”, según los especialistas. La falta de lluvias en las cuencas altas provoca un descenso diario del río. Ayer llegó a 1,92 metros, 15 centímetros menos que el fin de semana (2,07). A mediados de mayo el río tenía una altura de 4,15 metros.
El titular de Defensa Civil de Rosario, Raúl Rainone, detalló que “en los últimos días la situación se complicó y el agua alcanzó su altura más baja”. Las guarderías tuvieron que improvisar trabajos de dragado. “Si no lo hacen no pueden bajar las embar- caciones, pasa en el Paraná pero también en el arroyo Ludueña, donde se está trabajando para que se puedan sacar los barcos de mayor calado”, señaló el funcionario.
La guardería náutica del club Remeros Alberdi quedó fuera de servicio. Las lanchas y veleros quedaron atrapados sobre una mezcla de arena y barro. El Instituto Nacional del Agua (INA) adelantó que el agua va a seguir bajando. No se esperan lluvias, por lo que se estima que el río va a permanecer con poca altura varias semanas. Pero la situación está lejos de ser crítica como en 2009, cuando apenas se superó el metro de altura.
“El panorama es bastante comple- jo. Esta es una bajante extraordinaria. Si bien éstos no son los registros más extremos, pero desde luego no es habitual esta altura del agua en esta zona”, explicó Santucci.
Los cálculos de Vías Navegables y el Pronóstico Nacional de Aguas, en- tes que se encargan de monitorear el curso de los ríos, no anticiparon el descenso. En las playas rosarinas, los trabajadores rastrillan el barro para quitar los desechos que afloraron tras el retroceso del agua. ■