Clarín

En Rosario, el Paraná “se fue” y no se sabe cuándo volverá

- Andrés Actis

Las postales dan cuenta de lo inusual del fenómeno. Donde antes había agua, ahora hay barro y residuos. Y hay lanchas encalladas en la tierra. Las pasarelas metálicas flotan sobre el aire, sin río a la vista. La bajante del Paraná cambió la fisonomía de la costa de Rosario.

El nivel del río -en descenso desde hace dos meses- sigue bajando. La situación ya preocupa a las autoridade­s locales, sobre todo por las condicione­s de navegación. “Si se navega con una lancha o barco pequeño cerca de la costa pueden aflorar estos bancos y ocasionar un accidente, Lo primero que debe hacer el navegante deportivo, sino conoce bien la zona, es desplazars­e a muy baja velocidad”, alertó el jefe de la delegación de Prefectura Naval, Fernando Santucci.

La bajante está vinculada a “cuestiones climáticas”, según los especialis­tas. La falta de lluvias en las cuencas altas provoca un descenso diario del río. Ayer llegó a 1,92 metros, 15 centímetro­s menos que el fin de semana (2,07). A mediados de mayo el río tenía una altura de 4,15 metros.

El titular de Defensa Civil de Rosario, Raúl Rainone, detalló que “en los últimos días la situación se complicó y el agua alcanzó su altura más baja”. Las guarderías tuvieron que improvisar trabajos de dragado. “Si no lo hacen no pueden bajar las embar- caciones, pasa en el Paraná pero también en el arroyo Ludueña, donde se está trabajando para que se puedan sacar los barcos de mayor calado”, señaló el funcionari­o.

La guardería náutica del club Remeros Alberdi quedó fuera de servicio. Las lanchas y veleros quedaron atrapados sobre una mezcla de arena y barro. El Instituto Nacional del Agua (INA) adelantó que el agua va a seguir bajando. No se esperan lluvias, por lo que se estima que el río va a permanecer con poca altura varias semanas. Pero la situación está lejos de ser crítica como en 2009, cuando apenas se superó el metro de altura.

“El panorama es bastante comple- jo. Esta es una bajante extraordin­aria. Si bien éstos no son los registros más extremos, pero desde luego no es habitual esta altura del agua en esta zona”, explicó Santucci.

Los cálculos de Vías Navegables y el Pronóstico Nacional de Aguas, en- tes que se encargan de monitorear el curso de los ríos, no anticiparo­n el descenso. En las playas rosarinas, los trabajador­es rastrillan el barro para quitar los desechos que afloraron tras el retroceso del agua. ■

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JUÁN JOSÉ GARCÍA Otra costa. Donde antes había agua, ahora hay barro.

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