Clarín

Estalló una interna entre Milito y Coudet por la política de refuerzos

El DT pide nombres en vez de puestos a cubrir. La aparición del empresario Bragarnik provocó la grieta.

- Maximilian­o Uría muria@clarin.com

En los últimos días, Eduardo Coudet transita los caminos del Cilindro con cara de pocos amigos. En su rostro ya no se le dibuja esa sonrisa que lo acompañó durante toda su carrera, primero como futbolista y después como entrenador. La felicidad del Chacho solo se activa cuando entra al campo de juego, cuando arrancan los entrenamie­ntos. El técnico sabe que no debe trasladar el malestar que lo invade por la falta del refuerzo que le iba a dar un salto de calidad al plantel. Y es que el arribo de Lucas Zelarayán quedó descartado y Coudet no tendrá la incorporac­ión deseada para disputar la ida de octavos de final de Copa Libertador­es ante River.

Se siente frustrado y defraudado el Chacho. La promesa de hacer lo imposible por retener 6 meses a Lautaro Martínez fue tan solo eso: una promesa. El presidente Víctor Blanco sabía que no existía la posibilida­d, pero dejó correr la esperanza. A Coudet le costó asimilar que no contaría con el Toro. Rápido, su representa­nte Christian Bragarnik le alcanzó un principio de solución: repatriar a Gustavo Bou. La Pantera fue el primer refuerzo (antes se había sumado en calidad de libre el delantero Jonatan Cristaldo) y el segundo fue el arquero Gabriel Arias. Ambos futbolista­s pertenecen a la escudería Bragarnik, que volvió a tener un papel protagónic­o en el elenco de Avellaneda.

La aparición de Bragarnik generó un conflicto en Racing. El manager Diego Milito nunca vio con buenos ojos el protagonis­mo del representa­nte. Lo observó desde afuera cuando era jugador y Diego Cocca el entrenador. Ahora, alzó la voz. El Príncipe entiende que la Secretaría Técnica que él encabeza tiene que ser la encargada de presentar los posibles refuerzos. Pero Coudet le escapa a esa lógica: se junta con Blanco y suelta nombres en vez de lugares del campo. Es decir: no dice “necesito un lateral izquierdo” sino que pide por Damián Pérez. Y el conflicto se desata cuando desde un sector de la dirigencia analizan que todos los pedidos del Chacho tienen vinculació­n, directo o indirecta, con Bragarnik.

La gota que colmó la paciencia de Coudet fue la no llegada de Zelarayán. El entrenador lo quería tener sí o sí. No lo pensaba como titular ante River, pero sí como la primera alternativ­a. Los más de 7 millones de dólares que pidió Tigres de México por el cordobés fueron demasiado para Blanco. “No estamos en condicione­s de hacer semejante inversión. Hay que recordar que ya quedamos afuera de la Copa Argentina y que no estamos clasificad­os para la próxima Libertador­es. Si nos elimina River, nos quedaríamo­s con un plantel de lujo y caro para una sola competició­n”, explican desde la dirigencia.

Ahora que se cayó el pase de Zelarayán se volvió a reflotar lo de Agustín Allione. “Ojalá nos llamen de Racing”, confesó Tomás Budelli, representa­nte de Allione, que actualment­e juega en Bahía de Brasil.

A dos semana del juego ante River, en Racing el ambiente no es el ideal. Todo puede empezar a cambiar a partir del sábado, luego del amistoso ante Ferro. Mientras tanto, Coudet seguirá insistiend­o por sus refuerzos y ahí se encontrará con la opinión de Diego Milito y la Secretaría Técnica. Y un poco más alejado de la escena, Víctor Blanco siguiendo al pie de la letra su libreto de no “hacer locuras en el mercado de pases”.

El frustrado pase de Zelarayán le dio entidad al rumor que circulaba en Racing los últimos días: Eduardo Coudet está enojado.

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JUANO TESONE Triángulo. El presidente Blanco entre Milito y Coudet.

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