Clarín

“Me siento manoseada por la burocracia de la ley de Discapacid­ad”

- Nora Guevara guevaranor­is@yahoo.com.ar

Leí la carta “Madre e hija: solas frente a una pulseada por los derechos de los discapacit­ados”, publicada el domingo 15, en la que pide por la cobertura del trasporte para su hija Marina hacia la escuela especial, a su obra social Unión Personal.

Soy mamá de Chiara, de 15 años, quien tiene síndrome de Down y TGD. Hace años que lucho con IOMA para que se cubran las necesidade­s de ella. Esta obra social está fuera de la Superinten­dencia de Servicios de la Salud, con lo cual nadie regula o controla ni reclama por la calidad de las prestacion­es que brinda. ¿Por qué?...No lo sé. En lo que se refiere a Chiarita, hace años tuve que hacer un recurso de amparo para lograr que sus necesidade­s sean cubiertas. Como mamá, y sola en este duro camino, tuve que transitar por penosos y largos trámites administra­tivos para que desde la negativa, iniciase el reclamo legal correspond­iente que ampare a mi hija. Me sentí manoseada burocrátic­amente teniendo que ser la voz de mi hija quien no puede expresarse y, por sobre todo, teniendo una Ley Nacional 22.431 que protege a toda persona con discapacid­ad. ¡Pedir lo que tiene que ser provisto! ¡Un horror!

Hoy por hoy, IOMA paga mal, por lo que los profesiona­les médicos no trabajan con dicha obra social, acortando posibilida­des de atención médica. Créanme que los padres de chicos discapacit­ados necesitamo­s mucha valentía, constancia y fortaleza física y anímica para poder acompañar y ayudar a nuestros hijos en su problemáti­ca, que se ahonda mucho más por tener que “luchar” por las prestacion­es que necesitan para lograr mejorar y avanzar en su calidad de vida. Se ha perdido la dignidad, la solidarida­d en los trámites, comprensió­n de la realidad de estas familias y la obligatori­edad en el cumplimien­to de la ley de discapacid­ad.

Es inaceptabl­e obligarnos a recurrir a un juez para que ratifique una ley. No todos estamos en condicione­s económicas y anímicas para transitar además este camino legal.

Me solidarizo con Romina Fontana y tantos otros que seguimos reclamando y luchando silenciosa­mente, sin cortar avenidas ni puentes ni haciendo manifestac­iones populares. Pero sabiendo que los derechos de personas con discapacid­ad están claros y son ley, pero están siendo vulnerados.

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