Clarín

Responde una carta por los “conocimien­tos de Lavagna”

- Cristina Gussoni geo@sion.com

Permítame responder la carta “Lavagna, su experienci­a y conocimien­tos económicos”, del lector Fernando Miranda, publicada el martes 24. Un canje de deuda es una estafa, lisa y llana. La Argentina le ofreció al mundo que le entregue sus dólares a cambio de un interés de 14% anual, y un día asumió otro gobierno y no cumplió. Los jubilados italianos y japoneses enviaron sus ahorros de toda la vida a nuestro país a cambio de esa tasa que ofrecíamos en tiempos de De la Rúa, pero después asume Néstor Kirchner la presidenci­a y decide no pagar: Lavagna y él canjearon esos bonos por otros que reconocían sólo 25% del monto, es decir que les robaron 75% de su dinero.

Le repito al señor Miranda, un canje de deuda es una estafa, y prueba de ello es que siete por ciento de los tenedores de esos bonos no aceptaron el canje y fueron a juicio. Un tahúr de las finanzas internacio­nales compró esas

querellas y litigó durante quince años, hasta que obtuvo con triple fallo a favor el reconocimi­ento de toda la deuda. Y tenía razón, ¡sí, es una estafa! En tiempos de Lavagna ministro no se pagaba la deuda externa y la soja alcanzó 630 dólares la tonelada, y además el dólar ya había estallado en épocas de Duhalde, con lo cual ingresaban divisas a mansalva y no se pagaba nada al exterior. Mucha gente como usted confunde coyuntura con gran desempeño.

Más tarde, Lavagna se pelea con el gobierno y se presenta de candidato a presidente, hecho muy celebrado por un millón y medio de confundido­s que lo votaron. Rápido de reflejos, el presidente Kirchner le ofreció una de las vicepresid­encias del PJ, es decir, nada, y Lavagna presuroso aceptó. “Quien creyó ver en mí a un opositor se equivocó”, declaraba luego su admirado. Peor aún, los juicios que perdió la Argentina fueron por las cláusulas que introdujo Lavagna en los términos del canje, y el Bono Cupón PBI que diseñó ha resultado un dolor de cabeza para el país, porque al “crecer a tasas chinas” como se mentía durante el kirchneris­mo, los acreedores reclamaban premios de miles de millones de dólares que en realidad no correspond­ía pagar. Todavía sigue vigente este bono nefasto.

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