Los nicaragüenses huyen del régimen de Ortega repitiendo el éxodo de los venezolanos
Un nuevo fenómeno de refugiados en la región Decenas de miles escapan a Costa Rica, Panamá, España y Canadá. Se van por la sangrienta represión paramilitar, la crisis económica y la persecución judicial.
La dramática situación en Nicaragua se convirtió en un reflejo de lo que viene sucediendo en Venezuela desde hace años. Abrumados por la represión parapolicial del régimen de Daniel Ortega y la crisis económica que desencadenó la violencia, miles de nicaragüenses iniciaron un silencioso éxodo hacia distintos países, especialmente los limítrofes que les brinda facilidad de ingreso.
Un informe del diario La Prensa, basado en organismos de derechos humanos, muestra que el principal destino de los nicaragüenses que huyen de su país son Costa Rica, Panamá, España y Canadá.
De los cuatro, el que mayor número de desplazados que recibió fue Costa Rica, al que llegan cruzando la frontera sur. Evitan el límite norte ya que Honduras y El Salvador registran una ola de violencia interna sin precedentes debido al crecimiento de la delincuencia y las maras.
De acuerdo a datos del Ministerio de Relaciones Exteriores costarricense, el gobierno de su país tiene 14.000 solicitudes de refugio de parte de nicaragüenses, presentadas entre mayo y junio. Sin embargo, el número es mucho mayor si se tienen en cuenta los exiliados sin registro oficial. Según el Servicio Jesuita Para Migrantes (SJPM), hay 26.000 nicaragüenses que atravesaron la frontera buscando mejores condiciones de vida.
Esto se incrementó en las últimas semanas, particularmente por el recrudecimiento de la represión gubernamental y la decisión de Ortega de permanecer en el poder pese a todo. El escenario es muy similar al de Venezuela, donde la violencia desatada por las fuerzas militares de Nicolás Maduro contra las manifestaciones populares, así como la debacle económica, forzaron al exilio a más de cuatro millones de personas.
En Nicaragua, al igual que en el país bolivariano, los jóvenes son los que encabezan el éxodo. Lea Montes, del Servicio Jesuita Para Migrantes en Nicaragua, aseguró que “además de personas calificadas muchos jóvenes están abandonando el país”. La causa fundamental, dijo, es “la inseguridad ciudadana”. Buscan salir de esta olla de presión que hay en el país en contra de los jóvenes”, afirmó.
“Los padres de familia están preocupados fundamentalmente por los jóvenes, tanto mujeres como varones, que son a los que hay que buscarles una alternativa de que puedan insertarse o estar un tiempo afuera ante esta situación tan hostil contra la juventud que hay en Nicaragua”, señaló Montes.
Las familias que tienen cierta capacidad económica envían a sus hijos como estudiantes a universidades de otros países. En cambio, a las más humildes sólo les queda la posibilidad de que los jóvenes crucen a Costa Rica o Panamá donde intentan encontrar trabajo.
Lo más afectado por esta crisis en Nicaragua, apunta Montes, es “el tejido institucional”, que quedó devastado. Para reconstruir el país, agrega, “necesitamos de ese bono demográfico que son los jóvenes, pero nos va a costar mucho para que estos jóvenes retornen al país”.
El secretario ejecutivo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva Sánchez, coincidió en que el escenario es sumamente grave. Sostuvo que el alto índice de migración forzada hacia vecinos del sur es producto de la profunda crisis de los derechos humanos en Nicaragua. El dirigente remarcó que miles de jóvenes debieron viajar hacia Costa Rica a raíz de “la violencia, la represalia y el secuestro”.
“La gente se está yendo, la gente tiene temor producto de las amenazas, por solo haber participado en una marcha ya eres una persona que te emplantillan en una lista de candidatos para que te persigan, te echen presa y te desaparezcan”, afirmó Marcos Carmona, secretario ejecutivo de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), al diario La Prensa.
La ola de protestas que ya cumplieron 100 días desembocaron en una lucha desigual en la que los manifestantes autoconvocados, en su mayoría estudiantes universitarios, levantaron barricadas para protegerse de la violencia armada de las fuerzas progubernamentales. La brutal represión contra sectores opositores y la persecución de los líderes estudiantiles por parte de grupos parapoliciales, dejó hasta el momento 450 muertos en poco más de tres meses.
Esta crisis política provocó que cientos de medianas y pequeñas empresas cerraran. Los sectores más afectados son el turístico, el hotelero y el gastronómico que, según reconocieron diversos empresarios, han dejado de recibir clientes.
Las pérdidas económicas, de las que todavía no hay datos concretos, han puesto a Nicaragua en una situación difícil ya que no cuenta con recursos o potencial económico fuerte para salir, a corto plazo, del pozo en el que se ha sumido desde el comienzo de la crisis institucional. Por eso los jóvenes prefieren irse. ■