Hablar de militarización del país es una discusión artificial
La decisión del Presidente Mauricio Macri de encarar una primera etapa de la reforma de las fuerzas armadas ha tenido la virtud de poner en la atención de la sociedad que la Argentina tiene un deber pendiente que es el de actualizar nuestra estructura de defensa y seguridad frente a los desafíos del siglo XXI.
El decreto presidencial 683 de Macri que derogó el anterior, sancionado por el gobierno de Néstor Kirchner número 727 e impulsado por la ex ministra de Defensa Nilda Garré, representa una vuelta a lo que la ley de Defensa efectivamente prescribe y que fue votado por unanimidad por las fuerzas políticas al momento de su sanción en el Congreso.
En su redacción originaria, a la que hoy se vuelve, la ley responde más adecuadamente a los desafíos que hoy debemos que el decreto que ahora se ha derogado.
El envío de efectivos de las Fuerzas Armadas a la frontera con reglas de empeñamiento claras, no transgrede ni la ley de Defensa ni la Ley de Se- guridad Interior. Repite lo que el Gobierno Kirchnerista dispuso al ordenar el operativo denominado Escudo Norte.
La diferencia reside en que el sector del peronismo que hoy se rasga las vestiduras en aquel tiempo no dijo una palabra frente a las órdenes de la ex presidenta y las polémica posiciones del general Milani.
La denuncia del kirchnerismo de que en el nuevo esquema se prepara la represión militar de la protesta social no tiene ningún asidero, generando una discusión artificial carente de sentido.
Una respuesta adecuada a los problemas actuales de defensa y seguridad no constituyen solamente una obligación del gobierno, debe ser asu- mida como una responsabilidad del conjunto de la sociedad, especialmente de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, en donde, conjuntamente con expertos en los temas, se construyan los consensos necesarios que le den sustento y viabilidad a las políticas que se acuerden.
La falta de respuesta a los desafíos que afectan a nuestra seguridad, hacen nacer en la sociedad la tentación por la respuesta autoritaria, que nos termina introduciendo en el peor de los infiernos.
Es ahora de tomar decisiones y decidir cómo mejorar nuestras fuerzas armadas.