Clarín

Las penurias del día a día y las expectativ­as

- Ricardo Kirschbaum

El hecho concreto: hay un desajuste entre las expectativ­as de aquí hasta diciembre y las del próximo año electoral. Fundamenta­lmente en lo económico. Las dificultad­es para los meses próximos no son ocultadas por el gobierno. Tampoco podrían. Marcos Peña las ha reconocido. Habló de “tiempos tormentoso­s”. Que el gobierno tuvo que recurrir al FMI “para ayudarnos en situacione­s (errores) que hemos generado nosotros”.

Pero al mismo tiempo se pasa el mensaje de un rebote importante en 2019, que apunta a las expectativ­as electorale­s: no es sólo para lectura interna sino, y mucho, para lectura externa de la inversión.

Datos confiables dicen que este año por distintos motivos se habrán ido del país unos US$ 29 mil millones. Gran parte de esa cifra, especulaci­ón financiera que se mueve y muy mucho por expectativ­as. Otro reconocimi­ento de Peña, el jefe de los ojos de Macri: “La mayor dificultad es la administra­ción de la expectativ­a”.

En lo político hay un trípode de iniciativa­s de alto impacto cuyo resultado en votos es complejo de pronostica­r: el aborto, la reforma militar y el ajuste del déficit, la madre del borrego.

Cuestiones que provocan, como ya lo hacen, difíciles debates, ruido político, temores verdaderos y de los otros. Seamos simples: desde la visión de que la ley sobre el aborto es casi una obligación a abortar, que los militares se tentarán como siempre lo hicieron y que el ajuste llevará a situacione­s insoportab­les.

La pobreza del debate en la Argentina conduce a que en vez de ideas se repitan slogans. No en vano las crisis económicas y políticas también han derivado en una disminució­n preocupant­e de los aportes intelectua­les.

¿En qué se apoya la expectativ­a de mediano plazo del oficialism­o? El Gobierno se aferra a esa esperanza y le cuesta que le crean. Y donde más se ve es con el campo.

Los pronóstico­s son de cosecha récord. Las primeras noticias en dólares, aparecerán hacia fin de año, con el trigo. Las proyeccion­es parecerán más en comparació­n con la última, la de la sequía. Pero a Macri le cuesta convencer de que no habrá cambios en las retencione­s. Si esto pasa es porque la palabra presidenci­al se ha devaluado: si no hay dólares hay riesgo de más impuestos donde hay margen, que es en el campo.

El aborto le provocó a Macri particione­s dentro del oficialism­o y serias dificultad­es con la Iglesia. La reforma militar produce más agitación y polémica en la política pero no permea en la sociedad como el aborto.

La incógnita electoral es si esas audacias serán a favor. O si el ajuste termina doblegando la inflación. Son especulaci­ones. También surgen datos positivos.

Vaca Muerta empieza a rendir petróleo y gas y el país recién se recupera sobre los niveles de 2008. Pero es una bisagra que promete seguir abriéndose.

Para los argentinos, el mediano plazo es una incertidum­bre por el duro día a día. Este desacople entre el presente y lo que puede ocurrir hace que las expectativ­as sean un lujo que nadie se quiere dar por temor a una nueva frustració­n.

En un semestre dominado por el ajuste, las discusione­s sobre el aborto y la reforma militar adquieren más volumen

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