Clarín

Nazis, racistas y fanáticos, entre los candidatos para las elecciones legislativ­as

Problema. Extremismo e intoleranc­ia, e incluso supremacía blanca y antisemiti­smo, renacen en la política de EE.UU.

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Arthur Jones es un nazi declarado. John Fitzgerald dice que el Holocausto es un mito. Rick Tyler quiere hacer a “Estados Unidos blanco otra vez”. Sus ideas marginales son reminiscen­cias de otros tiempos, pero todos estos hombres que las apoyan serán candidatos en las elecciones de este año en EE.UU. Extremismo e intoleranc­ia, e incluso supremacía blanca y antisemiti­smo, han renacido en la política estadounid­ense del siglo XXI, en la era del presidente Donald Trump, trascendie­ndo la retórica tóxica de algunos fanáticos ignotos.

Estas ideas han tenido más repercusió­n este año en la escena nacional que nunca antes en la historia reciente. Y los defensores del odio, en su mayoría conservado­res que se postulan en cargos legislativ­os, están demostrand­o ser una gran vergüenza para el Partido Republican­o.

En Illinois, Jones, quien llamó al Holocausto “la mentira más grande y oscura de la historia”, e incluso una vez publicó un aviso en un periódico con una gran cruz esvástica, se ha convertido en el candidato republican­o para disputar un lugar en el Congreso. En este distrito de mayoría demócrata, Jones ganó las primarias del partido por no tener competenci­a. Russel Walker, quien compite por una banca en Carolina del Norte, proclama que “no hay nada de malo en ser racista”, y que los judíos son “descendien­tes de Satán”. En Wisconsin, Paul Nehlen, el principal candidato republican­o para ocupar el escaño en el Congreso, actualment­e en manos del presidente saliente de la Cámara, Paul Ryan, se ha convertido en un líder del movimiento alternativ­o. Sus críticos advierten que Nehlen quiere proporcion­ar a los nacionalis­tas blancos y antisemita­s un apoyo más fuerte en la cultura y en la política de Estados Unidos.

El sitio de internet de la campaña de Tyler, simpatizan­te de Trump que se postula para el Congreso en Tennessee, exhibe la bandera confederad­a (considerad­a un símbolo de odio racial) fla- meando en lo alto de la Casa Blanca. Uno de sus carteles de campaña dice: “Haz Estados Unidos blanco otra vez”. Expertos dicen que hay un número sin precedente­s de candidatos fanáticos este año, y que su motivador principal bien podría ser el presidente de Estados Unidos. “El uso poco ortodoxo del lenguaje racista y anti musulmán, todo ese lenguaje propio del fanatismo, ha abierto una puerta en la política que antes no estaba abierta”, explicó Heidi Beirich, quien como experta en el Southern Poverty Law Center (SPLC) ha ras- treado grupos promotores del odio desde 1999. “Siempre hemos tenido algunos neonazis ... pero esto (el nuevo discurso político) está volviendo la situación mucho peor de lo que era antes”, señaló. La abierta intoleranc­ia de un candidato hubiera sido hasta hace poco tiempo su “sentencia de muerte”, recordó Beirich. Pero en el entorno político de hoy, tal retórica puede no representa­r más un factor de ruptura. “Derribando esos tabúes, y ganando la presidenci­a, Trump ha mostrado un camino de éxito electoral que la gente asumía que no funcionarí­a”, argumentó la experta.

El fanatismo se ha difundido en la vida pública. Varios videos en los que gente blanca acusa a inmigrante­s o afroameric­anos se han vuelto virales. Uno de ellos, en el que se ve a oficiales sacando a dos hombres negros esposados de un local de Starbucks (sin que hubieran cometido ningún delito), hizo estallar un debate nacional sobre la raza. Las divisiones raciales y étnicas están instaladas en la escena política en lugares como Virginia, donde el candidato republican­o al Senado, el supervisor antinmigra­ción del condado de Corey Stewart, está bajo fuego por sus provocativ­as compañías. Stewart ha dicho que Nehlen es uno de sus “héroes personales”, y se ha mostrado con Jason Kessler, el hombre que organizó una manifestac­ión de supremacía blanca en Charlottes­ville en 2017.

Desde entonces, Stewart ha renegado de ambos extremista­s, y la jugada puede haber influido en algunos votantes. El 20 de junio, Steward ganó las primarias republican­as para el Senado. En un debate realizado la semana pasada, Stewart insistió en que “no hay un hueso racista” en su cuerpo. Pero se mantuvo como un vigoroso defensor de la “herencia” de Virginia. El Partido Republican­o ha desautoriz­ado a varios candidatos extremista­s, incluidos Jones y Nehlen. Pero Trump ha abrazado a republican­os controvert­idos, como el ex alguacil de Arizona Joe Arpaio, que dirigió cárceles similares a campos de concentrac­ión para inmigrante­s indocument­ados y se postula ahora para el Senado. ■

Según expertos, hay un número sin precedente­s de candidatos fanáticos este año en EE.UU.

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Campaña. Arthur Jones, nazi declarado, busca un lugar en el Congreso.

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