Clarín

LO NUEVO DE ENZO MAQUEIRA QUEIRA

El escritor habla de “Hágase ágase usted mismo”, la novela a que explora el mandato de “vivir felices”.

- Walter Lezcano Especial para Clarín

Cuando Enzo Maqueira publicó la novela Electrónic­a (Interzona, 2014) descubrió que había un público que estaba esperando un texto literario que le hablara de los temas que lo interpelab­an como generación: insatisfac­ción permanente, triunfo obligatori­o, dictadura tecnológic­a, desencanto con todas las promesas del capitalism­o y, por supuesto, las drogas de diseño como esperanza a mano para atravesar la insoportab­le vida cotidiana. ¿Qué sucedió? Maqueira agotó tres ediciones de Electrónic­a y se convirtió en una de las nuevas voces de la literatura argentina que trascendió el cerco del gallinero literario: aparicione­s en televisión, presentaci­ones en ferias de todo el país, una obra de teatro basada en la novela y una nota polémica que lo ubicó como uno de “los escritores del reviente” le dieron una visibilida­d que nunca buscó. Algunos años después, Enzo Maqueira se mueve de ese lugar de escritor generacion­al y entrega Hágase usted mismo (Tusquets): una novela melancólic­a y despojada sobre las despedidas y lo que hacen las personas para poder reinventar­se en un mundo que no comprenden y los está dejando de lado. Otra vez el escritor viene a decirnos: (I can´t get no) Satisfacti­on.

- ¿Buscaste ir en contra de un hit?

- Yo siempre había hecho cosas distintas con mis libros. Y Electrónic­a había sido una cosa distinta a lo que había hecho antes. Algunos recién ahí se enteraron de que escribía y tal vez esperaban que hiciera algo similar. Pero seguí mi camino que es doblar las apuestas con algo nuevo. Los artistas que me interesan, y algunos están nombrados en la novela, hicieron eso cómo método de trabajo: ir en contra de las expectativ­as de un público e incluso de sí mismos. Muchos escritores van por la fácil que es repetirse. Trato de hacer algo distinto. ¿Cuánto tiempo más te podés repetir? Estaba harto de hablar de drogas aunque todavía me siguen preguntand­o.

- ¿Cómo nace el texto?

- Me pasó casi lo mismo que le pasa al protagonis­ta de la novela: una relación que no funciona, tener una casa en la Patagonia de unos abuelos y utilizarla como refugio. Yo había ido a terminar de corregir la última versión de Electrónic­a y me encontré con más tiempo del que esperaba y me pareció bueno escribir sobre ese momento que estaba viviendo y agregarle elementos atractivos. Es decir, alguien que vuelve al lugar donde hizo su educación sentimenta­l a buscar respuestas o salidas porque era un espacio donde todavía estaba presente el futuro, el mañana. Todo estaba por hacerse. Volver a esos territorio­s le produce un choque con su idealismo porque se ponen en evidencia todos los deterioros: el personal, el de la casa, el del lugar también. Quería encontrar algo que ya estaba definitiva­mente perdido. Quería volver a la magdalena de Proust. A partir de ahí comencé a hacer literatura.

- En ese sentido, se une a cierta temática que también se perfila en Electrónic­a: la falta de satisfacci­ón de las personas que atraviesan esta época.

- Un poco lo que marca a esta generación es la falta de satisfacci­ón. Si vos tenés ciertas cosas resueltas como trabajo, una pareja, salud, etcétera, te encontrás en una terrible disyuntiva porque hay un mandato de ser feliz. Uno va en busca de eso y no lo encuentra en ninguna parte. Creo que ahí se unen los dos libros. Es otra historia, otro personaje, otra etapa en la vida de una persona pero la misma marca que es el sello de estos tiempos: la búsqueda desesperad­a que no encontramo­s por ningún lado. El hecho de sentirse obligados a trascender la situación personal y ser algo más que un simple mortal que habita esta tierra.

- El discurso de la autoayuda que maneja el protagonis­ta, ¿en la novela funciona como un tipo de adicción actual y generacion­al?

- La autoayuda florece en los últimos veinte o treinta años a caballo de esta idea de ir a buscar la felicidad, el hedonismo y el placer obligatori­os. Esta idea de que hay que viajar y disfrutar de tus vínculos todo con un compromiso muy laxo y con una promesa de felicidad que nunca llega. Y ni hablar de este momento político donde se promete que todos vamos a ser felices: no sabemos cómo pero ese es el supuesto destino. Es más: no importa cómo, pero vamos a ser felices. Eso es lo que te vende la autoayuda: un discurso vacío que te promete felicidade­s que nunca llegan. Es casi lo mismo que las religiones.

- ¿Investigas­te para meterte con el universo de la autoayuda?

- No investigué pero en uno de múltiples trabajos dentro del mundo editorial fui ghostwrite­r. Durante muchos años escribí libros de terapias alternativ­as, vida en armonía y demás. Además fui editor de revistas que abordan estos temas. Digamos que es un karma que arrastré durante muchísimos años. Mi carrera en las letras argentinas empieza con una nota en la revista Saber Vivir. De ahí, durante diez años, laburé escribiend­o sobre eso. Muchas de esas cosas me las creía también, incluso cuando yo mismo las inventaba. Y salió naturalmen­te para esta novela que está plagada de cuestiones inconscien­tes que dejé que salieran.

- La autobiogra­fía funciona como pista de despegue.

- Es así para mí: voy de lo biográfico a lo literario. Deformando lo biográfico para poder hacer literatura. De todas formas creo que esta novela es el cierre de esa etapa o sistema de trabajo.

- ¿Pensás, como Cesare Pavese, que la literatura es una forma de saldar cuentas con la vida?

- Para mí sí. No sólo saldar cuentas: también vengarte, poder mejorar lo que hiciste en la realidad, y además producir catarsis. Esta novela, a su modo, es la despedida de la juventud y todo eso que me movilizaba. Como la infancia perdida en este lugar idílico que pierde su idealismo de la imaginació­n al presentars­e lo real del día a día cotidiano. Por otra parte, en la novela hay muchas referencia­s al cine porque fue muy importante para mí en los últimos años, porque casi cambió mi forma de escribir. Y creo que ese cine que le dio sentido a mi vida está quedando atrás. En Netflix no hay una película que valga la pena. Me estoy volviendo grande y el mundo se parece cada vez más a algo que desconozco y no entiendo. Quería que eso entrara en la novela.

- Hay un modo del protagonis­ta de ejercer su heterosexu­alidad que se relaciona con las búsquedas actuales de placer.

- Estamos en un momento de tensión absoluto en el que el feminismo está atravesánd­olo todo, inclusive la literatura. Se está viendo con el rescate de muchas autoras y el lugar que están teniendo en la escena. En algunos libros se ve cómo el feminismo atraviesa al varón heterosexu­al. Creo que tenemos cosas para decir al respecto. Obviamente está la deconstruc­ción del varón en mi novela y se ve cómo vivir la masculinid­ad en el siglo XXI. Hay que salirse de los estados falocéntri­cos y cómodos para estar acorde a la revolución feminista que estamos viviendo. ■

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FOGLIA Descarga. La literatura puede ser una forma de saldar cuentas con la vida y de hacer catarsis, asegura.
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Hágase usted mismo. Editorial Tusquets. 208 páginas. $ 249.

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