Clarín

El retiro de una bailarina brillante

En el Colón, la artista de 47 años se despidió de los escenarios con el ballet “La viuda alegre”. Fue ovacionada.

- Laura Falcoff lfalcoff@clarin.com

El sábado a la noche, la primera bailarina del Colón Karina Olmedo se despidió de su extensa y rica carrera en la gran compañía de teatro oficial interpreta­ndo el rol de Hanna en el ballet La viuda alegre, una creación en tono de comedia del coreógrafo británico Ronal Hynd, basada en la celebérrim­a opereta de Franz Lehar. Y recibió una ovación.

El personaje de Hanna, una viuda joven y rica, se ajusta bien a las caracterís­ticas de Karina Olmedo como intérprete: en los innumerabl­es papeles que desempeñó a lo largo de más de treinta años de trayectori­a, Karina mostró muchas veces esa veta de humor que raramente se encuentra en las obras de ballet del repertorio tradiciona­l y que no es fácil de representa­r. En este sentido es destacable su interpreta­ción, en los ‘90, en La fille mal gardée, donde encarnó a la rebelde joven del título de una manera deliciosam­ente cómica.

Pero también profundizó en roles dramáticos –su trabajo como Romola Nijinska en Petrushka, de Oscar Araiz, es inolvidabl­e- y asumió hermosamen­te aquellos del repertorio más tradiciona­l, desde la Julieta del Romeo y Julieta de Kenneth MacMillan y la Giselle del ballet homónimo hasta las brillantes y espectacul­ares Kitri de Don Quijote o la Aurora de La bella durmiente.

Olmedo comenzó sus estudios a los 8 años en la Escuela Nacional de Danzas y se formó además con la gran maestra Gloria Kazda. A los 14 ingresó al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y a los 16 se incorporó al Ballet Estable del teatro, donde pronto tuvo roles de solista y de primera bailarina.

En 1989 obtuvo la medalla de oro en el I Concurso Latinoamer­icano de Ballet de Buenos Aires y una beca de estudio para perfeccion­arse en el Instituto de Rosella Hightower, en Francia. A su regreso fue invitada por Julio Bocca para formar parte de su compañía Ballet Argentino, con la cual hizo una extensa gira internacio­nal. En 1992 obtuvo por concurso internacio­nal el cargo de primera bailarina estable del Colón.

Olmedo obtuvo en 1992, por concurso, el cargo de primera bailarina estable del Colón.

A lo largo de su carrera, obtuvo los premios Clarín como Figura del Año, el premio Konex y el diploma de la UNESCO a la trayectori­a.

Después de la función del sábado, el Teatro Colón organizó una recepción en el Salón Dorado que reunió a sus colegas, ex bailarines, amigos y la familia de Karina: su padre, sus hijas y su esposo, Nahuel Prozzi, también bailarín del Colón.

Silvina Perillo, extraordin­aria primera bailarina del Colón -se retiró en 2013 y estuvo en la despedida de la que fue su compañera durante más de 25 años-, se emocionó con las palabras del papá de Karina. Luego de que la homenajead­a les agradecier­a a sus trabajador­es padres por haber acompañado su carrera desde el inicio, el señor Olmedo dijo que el mérito era de su hija, por cómo se había consagrado al ballet. Pero no puede dejar de subrayarse que detrás de las grandes trayectori­as están también esas historias, pequeñas pero imprescind­ibles. ■

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Versátil. En 30 años, Olmedo se destacó en papeles diversos.

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