Viajera sólo quería ver por la ventanilla

Se paró demasiado cerca de su asiento. Viajera sólo quería mirar hacia afuera. Se inquietó y se pegó más hacia la ventana. Necesitaba que el paisaje pasara lo más rápido posible. Viajero se arrimó aún más. Viajera lo encaró. Pensó que iba a robarla. Viajero preguntó si el 39 lo dejaba cerca de Alvarez Thomas y Lacroze. Viajera asintió. También sos del barrio, concluyó él.

Con pudor, Viajera desestimó la idea del ladrón y también la del levante. No encajaban en perfil ni edad. Quedaban, eso sí, 55 minutos de viaje. Al menos vienen muchos colectivos que van para el barrio, insistió Viajero.

Viajera abrió la agenda. Señal de “no me interesa hablar”. Desde la ventana del bondi, anotó una cruz por cada persona que cruzó durmiendo en el piso. Tres en tres edificios de avenida Santa Fe; uno en el andén del Metrobus; y dos en la entrada de un cajero automático. Seis colchones sucios en 25 cuadras.

Cuando bajaron en Chacarita, Viajero rozó con su mochila a Viajera. Viajera desconfió otra vez. Maquilló su actitud alerta. Aferró fuerte la cartera y aceleró el paso. Caminaron a oscuras hasta llegar a la avenida. En la esquina, Viajero le dejó una tarjeta. “Si sos del barrio, venite, doy talleres de dibujo”, sonrió.

Viajera guardó el papel. Disimuló ahora su curiosidad. Cuando se alejó, buscó su página de Facebook. Entre sus dibujos hay caras, cuerpos, trazos sensuales, modelo vivo y creatividad. Mirada que hubiera cambiado mirada por la ventana. Quizá, a alguno de los que duerme en piso, le guste dibujar. Quizás alguien pueda preguntarles y mirarlos, como no nos miramos.