Clarín

Sorpresas, desahogo y el máximo castigo posible en un caso emblemátic­o

La condena a Boudou por el escándalo Ciccone refleja las contradicc­iones del Código Penal, que será reformado.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

La exasperant­e laguna de dilaciones, recursos y chicanas que alimentaro­n el ex vicepresid­ente Amado Boudou, su amigo José Núñez Carmona y el resto de los acusados por el escándalo de la imprenta Ciccone quedó atrás ayer, con una rotunda condena de cinco años y diez meses de prisión como culpable de cohecho y negociacio­nes incompatib­les con la función pública. Con una montaña de pruebas acumuladas desde 2012 y ante una sociedad especialme­nte sensible a los estragos que la impunidad viene causando en el tejido social, económico y sobre todo moral del país, la imagen del ex disc jockey marplatens­e retirado de la sala por los policías que lo acompañarí­an hasta la cárcel funciona como un desahogo.

Comparemos: hace exactament­e un año, el Tribunal Oral 1 le había perdonado al ex vice la parva de irregulari­dades con las que intentó esquivar el pago de la parte que le correspond­ía a su mujer tras la venta de un auto, falsifican­do los papeles del vehículo. Tras una larga instrucció­n y varias audiencias orales, los jueces considerar­on que el plazo para juzgar la falsificac­ión de esos documentos públicos había vencido, y que el proceso quedaba en nada. Tal el significad­o de la palabra técnica “prescripci­ón”. Tan escandalos­a fue esa sentencia, que la Cámara de Casación la declaró nula y ordenó hacer otro juicio.

Hasta entonces, la idea de un funcionari­o corrupto tras las rejas era tan remota como la de una Argentina próspera y justa. Por cierto, ambas utopías están estrechísi­mamente vinculadas. Pero apenas unos meses después, en noviembre, el péndulo argentino ya estaba en el otro extremo, y Boudou era encarcelad­o sin indagatori­a ni procesamie­nto previos, por supuesto enriquecim­iento ilícito. La Prefectura lo fue a buscar a su casa y lo fotografió en pijama, violando su intimidad con un show indigno. Eran tiempos de detencione­s por kilo, en que varios jueces buscaron acortar de golpe el camino hacia ninguna parte por el que habían llevado todas las causas por corrupción.

Luego, esos atajos espectacul­ares y muchas veces reñidos con la ley también fueron revertidos, dejando a los argentinos más confundido­s y furiosos que antes: ¿los corruptos seguirían impunes? ¿Al final Boudou era inocente? Ni una cosa ni la otra.

Con aquella mochila de chicanas a cuestas -y dos personajes clave en la tramoya con Ciccone que aún no fueron juzgados, el ex titular de la AFIP Ricardo Echegaray y el banquero Jorge Brito- la más famosa de las cau- sas llegó al fin a juicio, y ayer a una condena efectiva. ¿Menos de seis años de cárcel es poco para este escándalo? Puede ser, pero con las leyes actuales no se puede pedir más.

El presidente del tribunal pronunció la dura sentencia -apenas dos meses menor a la máxima posible, de seis años- porque las negociacio­nes incompatib­les fueron juzgadas “en concurso ideal”, es decir que no se sumaron las penas correspond­ientes a cada una sino que se unificó la cifra porque ambas infraccion­es se cometieron en un solo hecho.

La segunda explicació­n para la condena es que los delitos contra la administra­ción pública tienen penas bajas, ampliando aún más el portal de impunidad y por la ventaja que ofrece el calendario: si cualquier juicio por corrupción que logra sortear el archivo dura más de una década, el plazo de seis años para juzgar un delito parece un desafío inalcanzab­le. Si el Congreso llegara a aprobar el anteproyec­to de Código Penal que ya está listo, las penas para la corrupción serán más altas, con cotas de 12 años.

Estamos hablando de otro país. Pero que puede quedar un paso más cerca tras la sentencia que el juez Pablo Bertuzzi le leyó en la cara al ex vicepresid­ente de la Nación y sus cómplices. Ahora vendrán más apelacione­s y trucos para pedalear la condena. Pero esa es otra pelea. ■

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MAXI FAILLA Condena. El ex vicepresid­ente de Cristina Kirchner escucha el fallo que lo devolvió a la cárcel.

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