Clarín

La sociedad ya empujó el tren, sólo faltan las vías

- Diana Baccaro dbaccaro@clarin.com

Cualquiera sea hoy el resultado de la votación por el aborto, la sociedad ya habrá ganado. O porque los senadores votaron bien o porque los argentinos votarán mejor en las elecciones del año que viene. Asomaron nuevos derechos y ya no alcanzan las campañas con globos: ahora cada senador estará obligado a pronunciar­se sobre la innegable utilidad de los preservati­vos, la educación sexual y la atención médica a las mujeres en riesgo. En definitiva, sobre el tema que ha generado uno de los debates más profundos en la Argentina desde el retorno democrátic­o.

¿Qué significa que los senadores voten bien? Que lo hagan libres de pasiones y de presiones. Hay una palabra que viene del griego que resume ese estado de equilibrio y serenidad: Ataraxia, que significa también libre de miedos. Y de ruidos, sobre todo los que por estos días rompen el habitual silencio de las iglesias. La única voz que debería escucharse hoy en el Senado es la de la propia conciencia, la que ayuda a construir ciudadanía democrátic­a.

Si todavía hay algún legislador que prefiere pelearse con un hijo de pañuelo verde antes que con un cura es porque no entendió que la rebeldía es bastante más que un comportami­ento adolescent­e. El desafío, la desobedien­cia de un orden, habita también en todo adulto que busca y defiende la independen­cia. Porque más allá de la izquierda o la derecha, hay gente abierta o cerrada, hay gente joven o vieja, sin que en esta división tenga nada que ver la edad. Uno es joven cuando está abierto a las nuevas ideas del mundo, piensa en el futuro y no en el pasado. En el caso del aborto la mayoría de los que rechazan la legalizaci­ón son los senadores de más de 50 años.

Cuando el artista argentino Eugenio Cuttica inauguró este año en Mar de Plata la muestra “Ataraxia”, frente a las playas de Camet, se puso un objetivo modesto, teniendo en cuenta que contaría con un público

¿Qué significa que los senadores voten bien? Que lo hagan libres de pasiones y de presiones.

de turismo y no de museo: restituir apenas la utilidad de aquella palabra griega. Y lo logró: durante las vacaciones de invierno el Museo del Mar estuvo repleto de chicos que miraban en grande a la protagonis­ta de la obra, una nena de resina parada sobre una silla, en posición de quietud y firmeza, con la fuerza necesaria para desafiar a los visitantes y revolucion­ar conciencia­s.

Si se aprueba o rechaza el aborto legal en el Senado será cuestión para otro análisis. El objetivo primario, como el de Cuttica con su Ataraxia, está cumplido.

La sociedad ya empezó a empujar el tren y no tiene marcha atrás. Sólo falta que el Estado decida cuándo y cómo pondrá las vías. ■

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