“Los efectos de la corrupción y políticas erráticas condenaron al país”
Observo desde que tengo uso de razón, cómo sistemáticamente se va degradando y empobreciendo nuestro país. Hace algo más de siete décadas éramos una de las naciones más ricas y con mayor nivel de educación en el mundo. Hoy, mejor ni pensar en qué lugar estamos, y en qué situación estamos.
Nuestra República es un ejemplo, cobijamos a propios y ajenos sin distinción alguna, pero así como somos de solidarios, nadie repara en defender lo nuestro. Vivimos desde hace tiempo especulando en el sistema financiero, apostando a divisas extranjeras, depredando nuestra moneda, hechos que generan distorsiones en el mercado y que afectan seriamente nuestra economía. Ni hablar de la fuga de capitales e inversiones dudosas en el exterior, cifras siderales con el mayor impacto negativo. Sumado a ello, los que evaden, los efectos de la corrupción, la pérdida de valores humanos y la maliciosa intención de algunos sectores para hacer maniobras arteras, generando incertidumbre, desazón y vacilaciones. Idem la no sanción de la ley de extinción de dominio. Esas actitudes indeseadas y las políticas erráticas son las causas de nuestra postración, la pobreza, la inflación permanente, la desazón, la inestabilidad y nuestro futuro incierto.
Lo expuesto es aprovechado por los especuladores e inescrupulosos afectando siempre a todos, pero en particular a quienes menos tienen. Si no aprendemos a confiar en nosotros y apostar a nuestro país dejando de lado acsciones incorrectas, no habrá ninguna receta magistral que arregle la situación en que vivimos. Sólo los habitantes de esta rica tierra somos los responsables de nuestro destino. Para vivir mejor, una utopía, debemos ser sinceros y honestos, dejar la especulación de lado, repatriar capitales, invertir en nuestra moneda, evitar modalidades y políticas desfavorables, etc., propendiendo a fortalecer a nuestra democracia, sociedad, economía, entre otros, y comportándonos con verdadero sentido patriótico, dejando a un costado la hipocresía que nos esta condenando a nosotros mismos.
Rodolfo Castello rccastello@hotmail.com