“No funciona, la marca distintiva del país binorma”
Subo a un taxi. El chofer dice que no tiene inconvenientes con Uber, que conoce personas que manejan para el servicio perseguido como jabalí en la edad media. “Son trabajadores. Necesitan ganarse el mango como todo laburante. Además, los dos sistemas pueden convivir. Hay clientes para ambas opciones”, dice el chofer del taxi. Le digo que un déficit importante del taxi convencional es la imposibilidad de pagar con tarjeta, para comodidad del pasajero y seguridad del conductor. “Hay taxis que lo tienen. Yo intenté usarlo pero, ¿sabe cuál es el problema? Las comunicaciones son malas. A veces funciona, a veces no. ¿Qué pasa si una persona sube sin efectivo y al momento de pasar la tarjeta la red está caída? No se puede trabajar en esas condiciones. Los conflictos serían permanentes”, agrega el taxista.
A continuación, el chofer ensaya una elegía del ahorro sin intermediarios: “Mi casa, que es lo único que tengo, la pagué llevando a la escribanía un bolso lleno de dólares. Fue días después de la imposición del corralito, en diciembre de 2001. Imagine si la hubiese tenido en el banco. No hizo falta que me diga una palabra más”.Bajo del taxi. Entro al supermercado. Un cartel escrito a mano con birome en mal estado dice: “Cajero fuera de servicio.” La marca distintiva del país binorma: A veces funciona, a veces no. O sea, no funciona.
Gustavo Jalife gustavojalife@gmail.com