Desafiante, el Ku Klux Klan se manifiesta frente a la Casa Blanca
Tensión. A un año de la movilización supremacista en Charlottesville que terminó con violencia, la ultraderecha marcha mañana. Temen choques con antifascistas.
Con el guiño de las autoridades, la ultraderecha estadounidense marchará por Washington. Y mañana habrá un tenso encuentro frente a la Casa Blanca. Es que se espera que manifestantes neonazis y antifascistas vuelvan a verse las caras, justo un año después de la sangrienta protesta de Charlottesville, que mostró la creciente osadía de la extrema derecha en Estados Unidos.
Las autoridades reforzaron la seguridad en la capital estadounidense antes de la marcha convocada en nombre de los “derechos cívicos de los blancos” y organizada por Unite the Right (Unir a la derecha), la misma red supremacista que convocó la protesta del año pasado en el estado de Virginia, y que terminó con la muerte de una opositora a la marcha, cuando un joven supremacista arrolló a una multitud con su auto.
Grupos antifascistas planean una contramanifestación en la misma zona y algunos prevén una confrontación. “El objetivo de la policía es mantener los dos grupos separados”, declaró el jueves el jefe de la policía de Washington.
La marcha que atravesó la ciudad de Charlottesvile en agosto de 2017 se llamó Unite the Right, y fue convocada por una red de grupos y figuras de la “alt-right”, la llamada derecha alternativa que es uno de los contingentes que más fervientemente apoya a Donald Trump. El objetivo era unir a diversas facciones que enarbolan, ya sea la supremacía blanca, el antisemitismo o el racismo a secas, y hacer una demostración de poder.
De los dos organizadores de la marcha de Charlottesville, Jason Kessler y Richard Spencer, dos activistas de la alt-right, solo Kessler aparece como responsable para esta nueva convocatoria.
A diferencia de lo que sucedió el año pasado, en esta ocasión se está pidiendo a quienes asistan que no lleven emblemas nazis, solo banderas de Estados Unidos y de la antigua Confederación, un símbolo considerado racista dentro del país.
El 11 de agosto de 2017, cientos de simpatizantes neonazis, acompañados de hombres con rifles, gritando frases racistas y portando antorchas encendidas, marcharon por las calles de Charlottesville, en una escena que recordó a las marchas del Ku Klux Klan en el sur de Estados Unidos antes del movimiento por los derechos civiles de los negros.
Protestaban por la remoción de estatuas de líderes de la Confederación, el conjunto de estados que peleó para mantener la esclavitud durante la Guerra Civil estadounidense a fina- les del siglo XIX. Al día siguiente, surgieron enfrentamientos entre simpatizantes neonazis y antifascistas.
Fue en uno de esos cruces que el simpatizante neonazi Alex Fields Jr. arremetió con su vehículo contra una multitud de manifestantes antifascistas. Murió una mujer, Heather Heyer, de 32 años, y hubo 19 heridos.
Mañana, unos 400 simpatizantes de Unite the Right serán permitidos en el pequeño parque Lafayette, frente a la Casa Blanca, y quienes se oponen a la marcha están autorizados igualmente a reunirse ahí. Todas las armas estarán prohibidas en el perímetro, incluso a quienes tienen un permiso de portación.
Los manifestantes de extrema derecha están convocados a reunirse a las 5 de la tarde (hora local) en una estación de subte en el centro de la ciudad antes de marchar hasta la Casa Blanca. Los organizadores recomiendan no acudir armados ni provocar enfrentamientos.
Uno de los oradores del acto será David Duke, un ex dirigente del Ku Klux Klan, quien ha vuelto a encon- trar una plataforma dentro del revitalizado escenario de la extrema derecha. Duke, quien fue “Gran Mago” (la figura de mayor autoridad dentro del grupo) del KKK en la década del 70, es un militante de la supremacía blanca, y un defensor de la segregación racial opcional.
Del otro lado del parque estará Answer Coalition, un grupo que llamó a una “acción masiva” para protestar contra quienes describen como racistas, fascistas, neonazis y supremacistas blancos.
Lecia Brooks, experta del Southern Poverty Law Center (SPLC), un observatorio de grupos extremistas, dijo a AFP que la marcha reflejaba “el creciente envalentonamiento de los nacionalistas blancos en este país”.
Varios candidatos abiertamente racistas buscan un cargo en las elecciones de noviembre al Congreso, incluyendo Arthur Jones, un nazi declarado que se presenta en Illinois por el partido Republicano, o Paul Nehlen, figura de la extrema derecha que lidera la carrera de los republicanos en Wisconsin.
Algunos ven esas expresiones como reflejo de una tácita aprobación del presidente Trump, luego de que no condenara claramente a los grupos neonazis por los hechos sangrientos en Charlottesville. ■
A diferencia de la marcha de 2017, piden a los participantes que no lleven símbolos nazis