Clarín

Crisis en Nicaragua: Ortega recorta gastos en educación, salud e inversión pública

El ajuste será de 235 millones de dólares. El gobierno acusa a la oposición por el freno de la economía.

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El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, propuso un recorte de 235,2 millones de dólares, 9,2 por ciento, al Presupuest­o General de la República, según trascendió ayer en Managua, en medio de una crisis sociopolít­ica que ha dejado al menos 448 muertos, en protestas contra el mandatario. La propuesta, que Ortega envió hace dos días a la Primera Secretaría de la Asamblea Nacional (parlamento) sin hacerlo público, fue divulgada en las últimas horas vía internet por miembros del Legislativ­o.

La enmienda pretende que el presupuest­o general de Nicaragua para 2018 pase de 2.547,2 millones de dólares a 2.312 millones de dólares, para una reducción de 235,2 millones de dólares, que equivale al 9,2 por ciento.

El presidente nicaragüen­se también envió a la Asamblea Nacional una propuesta de “urgencia” para la reducción en un 6,8 por ciento del gasto total del Estado en 2018, que equivale a 186,4 millones de dólares.

Ortega propuso dichos cambios “por la necesidad de realizar ajustes al presupuest­o general de Ingresos, Presupuest­o General de Egresos y su financiami­ento, como consecuenc­ia del fallido intento de golpe de Estado”, según la exposición de motivos.

Entre las explicacio­nes brindadas por Ortega, está la reducción en la recaudació­n de impuestos, que pasó de un 102 por ciento antes del estallido social del 18 de abril, a un 93 por ciento cuando los manifestan­tes bloquea- ron las principale­s vías del país, y bajó al 74,1 por ciento después de que el Gobierno rompió los bloqueos utilizando armas de guerra contra las protestas. Algunos de los sectores más perjudicad­os por la propuesta de Ortega son la salud, que perderá 26,6 millones de dólares, la educación, cuyos ingresos mermarán en 19,7 millones, y el Programa de Inversión Pública, con 18,5 millones de dólares menos.

Nicaragua atraviesa la crisis sociopolít­ica más sangrienta desde la década de 1980, también con Ortega en la presidenci­a cuando el país vivió una cruenta guerra civil al enfrentar a los Contras, financiado­s por los Estados Unidos.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) han responsabi­lizado al Gobierno de Nicaragua por “asesinatos, ejecucione­s extrajudi- ciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detencione­s arbitraria­s”, lo que Ortega ha negado.

Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresid­enta Rosario Murillo, que siguen vigentes, iniciaron el 18 de abril pasado, por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtier­on en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusacione­s de abuso y corrupción en su contra.

Ayer, el obispo auxiliar de la arquidióce­sis de Managua, Silvio Báez, afirmó que sueña con una Nicaragua sin “faraones ni oprimidos”.

“Sueño con una Nicaragua sin “faraones” y “oprimidos”, en donde se respete la dignidad y los derechos de toda persona, en donde renunciemo­s a intereses particular­es para compartir nuestros bienes e intereses en paz y justicia, y en donde disentir del poder no sea un delito”, dijo Báez, en sus redes sociales. Báez, quien forma parte de la Conferenci­a Episcopal de Nicaragua, que actúa como mediadora en el diálogo entre el Gobierno y la sociedad civil para resolver la crisis, es uno de los obispos más críticos del Gobierno. ■

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AFP En la calle. Las protestas en Nicaragua estallaron el 18 de abril.

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