“Los conflictos en Oriente Medio están latentes y llevan a una fragmentación”
Dominio. Zaccaro señala que el autoritarismo dejó su marca en la región, y que la religión fue utilizada para mantener a las élites en el poder.
-Los conflictos se multiplican en Oriente Medio ¿Por qué sucede esto?
Yo creo que hay conflictos latentes. La volatilidad de la situación regional, la capacidad de todos los sectores de armarse, de tener apoyos internos y externos, hace que la situación sea cada vez más inmanejable. Hay tantas divisiones que no se pueden identificar los bandos. En Oriente Medio no hay dos bandos, hay decenas, miles de bandos. Hay milicias que reciben dinero de unos y otros, donantes con intereses distintos. Los conflictos están latentes y llevan a una fragmentación. Hay bandos e incluso familias que reciben aportes de distintos donantes. EE.UU., Rusia, Turquía, Irán, los países del Golfo, cada uno tiene sus aliados. Cómo se sienta en una misma mesa a todos cuando la mitad no reconoce al otro para negociar. Oriente medio está muy fragmentado. Cada conflicto que surge se mezcla con conflictos pre-existentes. Imposible hablar del conflicto de Yemen sin tener en cuenta la pelea entre Arabia Saudita e Irán. O hablar de la guerra en Siria sin ver el conflicto entre shíitas, sunnitas, iraníes. Hay problemas intra árabes, intra religiosos en la comunidad. Todo está atado con alambres, y los conflictos pueden volver a estallar. -¿A qué le adjudicaría esto?
-Hay una mezcla de aspectos. Yo tiendo a pensar que la religión siempre ha sido utilizada para justificar determinadas dinámicas. Hay que tener en cuenta que toda esta región siempre estuvo gobernada por regímenes autoritarios. El autoritarismo está muy enraizado y cuando hubo movimientos democratizadores fueron reprimidos. En el resto del mundo árabe ha fracasado. Las élites están totalmente consolidadas en el poder. Esto está internalizado en la so- ciedad, que no admite un gobierno que no sea lo suficientemente poderoso para imponer orden. Temen a la inestabilidad. Desean tener gobiernos fuertes, estables, aunque no sean democráticos. Esto hace que el disenso no sea aceptado. Después de la Primavera Arabe no hubo ningún país que haya consolidado su democracia, excepto Túnez. Los demás cayeron en el autoritarismo, como Egipto. Otros hicieron pequeñas concesiones, como Marruecos. Las élites fueron capaces de reforzar su poder. ■