Clarín

Del súper a Instagram: llegó de China y se convirtió en influencer

Tere, un boom en Internet. Con fotos y videos que ella misma produce, publicita las ofertas del día en las redes sociales y es un éxito: ya superó los 27 mil seguidores.

- Micaela Papatino mpapatino@clarin.com

Tere, que en 2002 es Chen Jian Feng, llega a Argentina y mira la televisión. En la pantalla la hipnotiza la imagen de una mujer de porte poderoso, con guantes hasta los codos y pelo como de espuma: es Susana Giménez. Como puede, pregunta quién es y sólo entiende que tiene mucha plata. El flechazo es total: quiere llevar su nombre.

“Siempre tiene el pelo muy lindo, parece una jefa, no una mujer chiquita: una mujer fuerte. La vi mujer que puede hacer todo. Pero a mi viejo no le gustó. ‘Podría ser tu abuela’, me dijo. Y ahí cambié a Teresa.”

Teresa o Tere, como le dicen sus clientes y sus más de 27 mil seguidores, es la primera supermerca­dista china instagrame­r del país. “¡Hola bueno día hoy tenemos una súper oferta!”. Con un tono de voz descollant­e, el español deshilvana­do por tramos, y una simpatía irresistib­le, comparte videos de sus empleados y de ella misma diciendo a cámara los precios de El Remanso, su supermer- cado de Carapachay ubicado en el partido de Vicente López, Buenos Aires. De esa forma, los videos alcanzan día a día y sin pagar un peso de pauta entre 7 y 15 mil reproducci­ones.

Ni luz ideal, ni entorno llamativo, ni colores armoniosos. Tere se volvió famosa en Instagram entre medio de góndolas iluminadas con la típica luz blanquecin­a de los supermerca­dos, sin seguir ninguna de las reglas de los instagrame­rs. Las claves son su espontanei­dad y un objetivo claro: publicitar las ofertas de su supermerca­do sin sutileza alguna.

Pero la fama no la aleja de su labor diario: al contrario, la potencia. Los clientes no van sólo a hacer las compras. Van a pedirle que les grabe un saludo, a preguntarl­e dónde está el aceite, a sacarse una foto para su Instagram, o simplement­e a saludarla. La china más famosa del país tiene contabiliz­ado cómo repercutió la fama a su negocio: en un contexto de recesión económica, vende un 15% más que hace seis meses.

Tere no se queda en la vidriera de las redes sociales y usa el mismo ímpetu de los videos para ser firme a la hora de negociar: “Cuando llega un proveedor, pregunto cuánto. Le pido: ‘precio para mí’. Si no me gusta: ‘no, muy caro’. ‘Cuánto’, otra vez. Porque hay que cuidar bien los precios.”

La argenchina más popular del momento se sienta con Clarín en el depósito de su supermerca­do. “Dos cajones limpitos por favor”, pide a los repositore­s, a los que agradece más de una vez. Cuando se sienta, ya tiene abierto el traductor del español al chino en el celular. “Es que no hablo muy bien español”, se disculpa. Pero no lo va a necesitar: Tere sortea sus limitacion­es con el idioma expresándo­se de forma casi didáctica.

Cuenta: llegó al país con 16 años y ni una palabra de español. ¿Miedos? Dice que ninguno. “Siempre fui así, loquita pero tranquila”, comenta y se ríe. Pero venir no fue su decisión ni su idea: aún no había terminado el colegio y su papá, que ya tenía su negocio aquí, le dijo que se tenía que venir a la Argentina, con él y su mamá. Tere explica los motivos con simpleza y refleja un desesperan­te fenómeno mundial: “Cuando las chicas tienen 16 años hay que cuidar bien. Mi viejo se asustó por algo que pasó a hija de amigos en China. Hay que cuidar más a las chicas. Porque hombres salen de noche solos pero no les toca mucho problema.”

Durante tres años tuvo clases de español tres veces por semana y salió al ruedo. Siempre de cajera en negocios familiares, Tere fue afilando el ojo y buscando su horizonte. “Fui a negocios grandes, copié a ellos cómo poner las cosas, cómo hacer las ofertas. Siempre aviso a los chicos - sus empleados- cómo hacer: siempre lindo, siempre bien. Si entrás a un lugar feo, sin luz, sucio, nooo…”, expresa, mientras niega con la cabeza.

Llegó a Carapachay de casualidad. Ella vivía y trabajaba con su familia en la Ciudad de Buenos Aires, pero una amiga le sugirió que ahí debía po- ner su negocio. Nadie podía imaginar que Tere iba a darle una dosis de adrenalina comercial a la localidad que suena a pueblito perdido.

-¿A qué famoso admirás y a cuál te gustaría parecerte?

Tere no entiende la pregunta pero escucha famoso y piensa en agradecer: “Gracias muchas a Jorge Rial. Él fue el primero en publicar. Si él no era el primero en subir mi video capaz ahora seguiría con mil seguidores”.

Hasta abril, Tere no tenía claro qué funcionaba mejor en sus redes sociales y mechaba fotos de carteles con ofertas y videos contando los precios del día. Ahí estaba la clave, pero recién cuando el periodista de Munro, barrio hermano de Carapachay, hizo visible uno de los videos a su casi millón de seguidores, se dio cuenta de lo que tenía en manos.

“Kin kin kin kin”. Tere simula el ruido de las notificaci­ones. “De pronto se fue a 2.000 y ahora a más de 27.000 seguidores. Tengo mucha suerte”.

Después de salir en algunos medios web, a Tere le llegó la invitación del Canal de la Ciudad, y luego recibió un llamado que creyó mentira, al punto que le pidió a una amiga argentina que oficiara de representa­nte. “Si, te están llamando de Telefé, no es un chiste”, le dijo. Con los nervios de caer en una trampa con el idioma, debutó en televisión abierta con el programa Peligro Sin Codificar y la camiseta de Argentina puesta.

Ante la insistenci­a de la pregunta referida a qué famoso se querría parecer, Tere se ilumina y abre grandes los ojos. “¡Ya se!”, dice, emocionada, mientras toma a la cronista de las manos: “¡Messi! ¡Yo amo a Messi!”

Habla de la Pulga con devoción. Pero lo que más admira del jugador es la relación que cree que tiene con su familia. “Él nunca cambia de novia: no importa cuando hay plata o no hay plata, cuida mucho familia, no como otros famosos. No sólo juega bien, hace todo bien: ¡soy su fan!”, exclama, como deshaciénd­ose.

Tere parece una persona sin edad, sin sombras. Pero sólo sabe cómo manejarlas: “Yo cuando puedo hablar con mis paisas les digo: ‘la vida ya está difícil, hay que estar contenta.’ Yo también trabajo todos los días, pero gracias a Dios ganamos bien. Hay que pensar bien”.

Hace diez años se subió a un avión rumbo a China con sus dos hijos, todavía bebés, y volvió sola. Ahora sólo los ve una vez por año, durante dos meses. “Cuando volví de China sin ellos, muy triste. Si tuviese otro, al lado mío siempre”. Tere no se arrepiente. Fundamenta que si los nenes no aprenden chino desde chiquitos, después es imposible. Y más allá de eso, se avecina una esperanza: ya está averiguand­o colegio para la más grande y, si se adapta a Argentina, el año que viene se quedan a vivir los dos.

La fama y los “kin kin kin” de sus notificaci­ones no la enceguecen. “Lo primero es cuidar bien mi negocio. Yo hago videos de chistes. Si una famosa me llama para cantar, olvidate, ‘aaaa’ -simula vocalizar-, no: voy a perder a todos mis fans. Yo se que puedo hacer y que no”.

Tere llegó la país cuando tenía 16 años. “Siempre fui así, loquita pero tranquila”, se ríe

-¿Y si te llama Tinelli? Los famosos que van tienen clases y aprenden. Silencio. Tere mira el techo de su supermerca­do. “Bueno. Ahí sí. La verdad es que soy muy nerviosa pero si tengo suerte de ir, sí”. ■

 ?? TESONE ?? Simpática y espontánea. Chen Jian Feng, o Tere, en su supermerca­do de Carapachay. Por sus videos, vende un 15% más que hace 6 meses.
TESONE Simpática y espontánea. Chen Jian Feng, o Tere, en su supermerca­do de Carapachay. Por sus videos, vende un 15% más que hace 6 meses.

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