Clarín

Enfrentar a los dioses

- Sensacione­s Daniel Ulanovsky Sack dulanovsky@clarin.com

Dicen que Zeus se preocupó al ver cómo los hombres se ultrajaban entre sí. Decidió enviar a su mensajero, Hermes, para que les entregara el don del pudor y de la justicia, así podían vivir en comunidad. Hermes le preguntó si otorgaba esta virtud sólo a algunos y Zeus le explicó que a todos, que sería difícil una ciudad en la que sólo pocos exhibieran cualidades.

¿En qué se relaciona este mito griego con los problemas post embarazo de dos mujeres que no quieren callar? En su relación con el pudor. Mantener tabicados los secretos del cuerpo -más aún del femenino- ha sido un reaseguro social. De eso no se habla porque incomoda y, también, porque le sucedía a un grupo -ellas- que estaba acostumbra­do a soportar en silencio.

Angélique e Isabelle decidieron contraveni­r a Zeus: el pudor quizás haga más fácil la convivenci­a pero puertas adentro genera una sensación de condena y de vergüenza que no merecen ser tales. ¿Admitir la incontinen­cia les quita su feminidad? ¿O las hace más mujeres por luchadoras y por ponerle un freno a algo que vivencian como un abuso porque no se produjo mágicament­e sino que fue empujado por prácticas que aceleraron demasiado el parto? De una u otra manera, romper el orden establecid­o era necesario.

Voy a confesar una conversaci­ón que mantuve con Isabelle y Angélique apenas pensamos este texto. Me interesaba el tema -les dijepero debía titular con el concepto de incontinen­cia porque la noción de piso pélvico o periné no se entiende fácilmente. Que si buscábamos un título que no fuera transparen­te vis-à-vis del lector, estábamos generando confusión. Yo debo ser más pudoroso que ellas: supuse que iban a retrucar, a pedir cambio, a rogar algo diferente. Nada, ni un atisbo de protesta o de incomodida­d.

Su actitud tiene algo de contracult­ural, de liberador en el sentido de no sólo hablar de lo que les pasa sino de mostrar que algo “poco elegante” es natural (y que existe tratamient­o). Que callarlo amplía el malestar físico y la angustia. Ese es el nivel más doloroso: una mujer -en muchos casos por el embarazoqu­eda con incontinen­cia o prolapso. ¿Cómo transmitir que no está feliz con esa situación cuando todo es sonrisa y la gente da por hecho que nada oscurece el día? Hay que quitar velos y quizás así -vaya paradoja- Zeus se tranquilic­e: es más fácil vivir con honestidad que cubrir y padecer en nombre del hijo.

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