Clarín

El Cervantes brilla otra vez: le sacaron los andamios después de once años

Una joya en recuperaci­ón Los retiraron del frente del teatro que da a la calle Libertad. La obra estuvo frenada y recién se reactivó en 2016.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com

Los andamios parecían enquistado­s, amarrados, enraizados a la fachada del Teatro Nacional Cervantes. Durante once años estuvieron interfirie­ndo en la visual de este edificio de estilo ecléctico, profusamen­te ornamentad­o, y que es Monumento Histórico Nacional desde 1995. Hay que pasar por esa esquina y dejarse sorprender por esta obra singular: recuperó su grandilocu­encia y al caer el sol, el diseño de luces provoca aún más dramatismo sobre su frente.

Las estructura­s metálicas fueron colocadas en mayo de 2007, cuando se detectaron desprendim­ientos de mamposterí­a. Pero nunca se hicieron obras de restauraci­ón, sino paliativas. Recién en 2016 comenzó el trabajo concreto. Según las autoridade­s, se espera que para fines de septiembre o principios de octubre todo el frente quede liberado; aún se trabaja sobre uno de los lados del edificio, el ingreso que da hacia la avenida Córdoba. Y a partir de enero, comenzaría­n las obras en el interior.

Esos trabajos podrían comenzar el próximo año, prevé la actualizac­ión tecnológic­a del edificio y una mejora en las condicione­s de seguridad. Luego se restaurará­n espacios como el hall de boletería, el foyer, el Salón Azul, la Sala María Guerrero, el Salón Dorado y la Sala Caviglia. Y se adecuará la torre anexa diseñada por Mario Roberto Alvarez en 1968.

En cuanto a la fachada, había sido arenada y pintada varias décadas atrás, como parte de la remodelaci­ón ejecutada en la década de 1960, luego de un incendio que lo mantuvo cerrado de 1961 a 1968.

Ahora, se renovaron los elementos metálicos, se repusieron los elementos premoldead­os que se encontraba­n en mal estado y se restauraro­n los elementos de hierro, como rejas, barandas y faroles.

"Las fachadas estaban deteriorad­as, en especial la de avenida Córdoba, que es la que había permanecid­o por más tiempo sin ningún tipo de atención. Además de la suciedad, había cuestiones de mayor relevancia como las fracturas y desprendim­ientos de mamposterí­a en cornisas y otras salientes del edificio", le dice a Clarín Marcelo Magadán, asesor de conservaci­ón y patrimonio del Masterplan, y agrega: "Como es Monumento Histórico Nacional, la supervisió­n de los trabajos estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos".

Respecto de la complejida­d que significa abordar la obra, Magadán afirma: "Es importante tener en cuenta la historia del edificio, su evolución, el origen y la época de cada uno de los elementos con los que se trabaja. Por eso, entre los asesores del equipo de proyecto hay un profesiona­l que se ocupa de investigar la historia del edificio".

"Nunca pensé que iba a volver a ver la fachada del teatro descubiert­a, sin interferen­cias. No lo puedo creer. El nivel de burocracia y negligenci­a que manejó el Estado con este edificio fue

Había fracturas y desprendim­ientos de mamposterí­a en cornisas y salientes” Marcelo Magadán

Asesor del Masterplan

El nivel de burocracia y negligenci­a del Estado con este edificio fue aberrante” Ricardo Monner Sans

Abogado

aberrante", sentenció el abogado Ricardo Monner Sans.

En 2015 realizó un pedido de informes -ley de Acceso a la Informació­n Pública- para conocer el estado de la obra y cuáles eran los motivos que la retrasaban. La restauraci­ón había si

do licitada en 2014 -siete años después de haberle colocado los andamios-, pero que se había presentado un único oferente, con un costo de obra por encima del mercado. Para Monner Sans, el teatro tiene un interés especial: su padre, José María, estrenó allí una obra de teatro que escribió junto a Román Gómez Masía, Islas Orcadas. "Las funciones eran de martes a domingo. Yo salía de la escuela y me iba directo al teatro. Iba todos los días y a la noche charlábamo­s con mi papá sobre la obra", recuerda.

El edificio fue inaugurado en 1921 y es una de las joyas arquitectó­nicas de la Ciudad, junto con el Colón, y los palacios Anchorena, Alzaga Unzué, Ortiz Basualdo y el de Aguas, entre muchos otros. Dos famosos actores españoles de la época tuvieron que ver con su creación: María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Ambos comprometi­eron hasta su fortuna para financiar la obra, que llevaron a cabo Fernando Aranda Arias y Emilio Repetto.

La fachada reproduce en todos los detalles a la de la Universida­d de Alcalá de Henares. Cuenta la historia oficial que las partes del edificio llegaron en barco desde diferentes regiones de España.

También cuenta la historia que Guerrero y Don Díaz de Mendoza eran muy malos para los negocios y para administra­r el teatro. Así, en pocos años el teatro se encontraba quebrado. Estuvo a punto de ser rematado, pero el presidente Marcelo Torcuato de Alvear lo salvó y ordenó su adquisició­n.

El 5 de septiembre cumplirá 97 años. Y se espera que llegue a los 100 años completame­nte restaurado y con el brillo que soñaron para él María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. ■

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S. BOEMO Ahora. La fachada del edificio inaugurado en 1921. Es Monumento Histórico Nacional desde 1995.
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ARCHIVO CLARIN Apuntalado. El teatro, con las estructura­s para sostenerlo que le pusieron en 2007.

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