Clarín

Sonreír después de tanto sufrimient­o

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Las comparacio­nes siempre son difíciles y hasta injustas. La valía de los supertenis­tas se mide por sus conquistas en los grandes torneos antes que en el ranking, que puede ser pasajero. Pasada esta aclaración, estar en el podio de los tres mejores jugadores del mundo no es asunto de todos los días. Y mucho menos para los nuestros. Y le agrega una perla más a esa formidable cosecha que Juan Martín Del Potro acumula desde su ingreso al terreno profesiona­l. Después de lo que le ocurrió, todo parece sonreírle. Todo es a ganador.

Tanto a nivel de ranking como de resultados y también por el significad­o que tuvo su campaña al instalar al tenis como un deporte de masas, Guillermo Vilas fue quien llegó más alto. Claro que el “número 2” con el que la ATP lo calificaba desde fines de 1977 hasta mediados de 1978 fue engañoso.

Willy era el auténtico número 1 mundial en su arrasador paso del '77 y sólo un sistema complejo y arbitrario –reconocido por todos, aún sus más acérrimos rivales- lo privó de ostentar la primera posición.

Sumó cuatro títulos de Grand Slam, un Masters sobre el césped australian­o y decenas de torneos en el tour, lo que lo sitúa como referencia ineludible del tenis argentino.

José Luis Clerc estuvo cerca, aunque no pudo celebrar en los torneos grandes, y décadas más tarde La Legión llevó dos nombres hasta el puesto 3: Guillermo Coria y David Nalbandian. Tampoco ellos pudieron festejar en los Grand Slams.

Delpo desembarcó desde la escuela tandilense para mantener esa senda victoriosa y agregarle festejos al tenis argentino. Ni la secuela de lesiones, operacione­s y largas ausencias pudieron frenarlo. Y cada una de sus vueltas fue aún más emotiva.

No pudo sumarle otro Grand Slam a su conquista del US Open ante Roger Federer pero se lo vio entre los medallista­s olímpicos y liderando la primera conquista de la Copa Davis.

Este número 3, escoltando a los dos colosos (Nadal-Federer), completa ese ciclo. Era esperado, dados los altibajos de los que pelean por allí. Puede ser algo pasajero, dada la incertidum­bre que puebla el circuito y que Delpo defenderá una importante cuota de puntos Flushing Meadows. Pero puede representa­r a la vez un formidable envión. El tiempo dirá.

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