Clarín

El big bang de la corrupción, un hecho histórico

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

El big bang de la corrupción tiene un alcance desconocid­o y consecuenc­ias económicas y políticas todavía inmensurab­les. Los empresario­s involucrad­os exhiben distintas conductas, pero después de la descripció­n del ex titular de la Cámara de la Construcci­ón y, quizá, del gerente general de Electroing­eniería, las coartadas y los eufemismos se terminan. Hubo coimas y también pagos para gestores ante el chavismo. Está admitido. La cola de los que han sido aludidos o suponen correctame­nte que van a ser citados ya se forma espontánea­mente frente a Comodoro Py como si esperaran un micro. Un prófugo, del Ente Yacyretá, de quien se reconoce solvencia técnica pero una notoria timidez para el coraje, puede ser otra pieza importante en este mecanismo, cuyos jefes vivían en Olivos. El ministro De Vido operaba como el CEO del sistema de corrupción.

Los ex funcionari­os resisten, se sostienen en la ley del silencio. La excepción fue Juan Manuel Abal Medina quien admitió haber ordenado a su secretario privado Martín Larraburu, hoy preso en Ezeiza, que se encargue de las maletas que recaudaba Baratta. El ex jefe de Gabinete se habrá encontrado con las huellas irrefutabl­es de su colaborado­r en las planillas contenidas en dos pendrives sobre la distribuci­ón de ese dinero para campañas electorale­s, destino presunto. Esta admisión de Abal Medina lo hizo entrar en la categoría de “trai- dor” en sistemas con los códigos mafiosos. El silencio es complicida­d y a la vez protección. Una amenaza real para quienes la transgrede­n o para familias.

¿De dónde emanaba el poder de un secretario de Estado, como Baratta, para ordenarle a Abal Medina, jefe de Gabinete de Ministros, que se ocupara del pasamanos de valijas con dinero? Sólo puede haber una respuesta a este interrogan­te: de arriba. Encima de Abal Medina solo estaba Cristina. Antes, Néstor.

El cerco se va cerrando: Wagner está dando datos clave sobre cartelizac­ión de la obra pública y el reparto de las coimas. Todos tendrían obras a cambio de un porcentaje. Esto posiblemen­te se replicó en cada una de las provincias en las que se hacían obras, nacionales y locales. José López, en Tucumán, podría ilustrarlo­s.

El aporte de Wagner tiene el poder devastador de un tsunami sobre el sistema de pagos ilegales, al que muchos considerab­an como una condición necesaria de la financiaci­ón de la política y del enriquecim­iento ilícito.

Esa “naturalida­d” es la que está saltando en pedazos e iluminando la opacidad de esas conductas delictivas.

La magnitud de la pesquisa y el peso de las empresas y de los empresario­s involucrad­os tiene muy pocos precedente­s en la historia de la corrupción, así como del volumen de dinero de esta recaudació­n ilegal. Eduardo Costa, senador por Santa Cruz , calcula en 10 mil millones de dólares. ¿Qué consecuenc­ias tiene este estallido sobre la maltrecha economía argentina? Es otro interrogan­te.

Si después del big bang se refuerza la construcci­ón de un país menos corrupto, se habrá ganado una gran batalla histórica. Si sólo se pare un ratón, habrá decepción.

El sistema de recaudació­n de las coimas o de los “aportes” políticos era absolutame­nte orgánico y vertical

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