Clarín

Carrió, entre Macri, Calcaterra y los que aún faltan caer por el escándalo

Causas. La diputada pidió que releven todas sus denuncias. Gobernador­es del PJ, la UCR y más empresario­s, en su mira.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

“¿Vieron que no estaba loca?”, pregunta Elisa Carrió en la intimidad de su casa. Esperó muchos años este momento. Ya en 2004 había dicho que Julio De Vido era el cajero de la plata negra de los Kirchner. El ex ministro le contestó entonces con una demanda y declaró que Carrió debía ir presa. ¿Es para ella una revancha la ola de presos y arrepentid­os por la corrupción? La diputada se ha mantenido en silencio. El avance de la Justicia coincide con uno de los momentos más dolorosos de su vida. Un familiar muy cercano atraviesa un irreversib­le estado de salud. Los últimos 10 días Carrió los pasó recorriend­o los 82 kilómetros que separan su casa, en Exaltación de la Cruz, del sanatorio porteño donde está internado. Desconectó los teléfonos y dejó en manos de sus secretario­s y custodios los contactos con la prensa y la política. “No me busquen. No voy a estar”, mandó a decir.

No es del todo cierto. Como siempre, conserva un pequeño grupo con el que no pierde conexión nunca y que la mantiene informada. A esos confidente­s, que han ido rotando según la época, les encargó un relevamien­to de todos los archivos que contienen sus denuncias de 2005 a la fecha. Y les dijo: “Esta causa ya es inmanejabl­e. Sigamos averiguand­o: todavía faltan caer muchos y tenemos que colaborar”.

¿A quiénes se refiere? Su lista es amplia y hasta hace unos días abarcaba nombres que fueron desfilando poco después por la Justicia (“¡ Falta Aldo Roggio, falta Roggio!, gritaba Lilita, por ejemplo, el martes, tres días antes de que el empresario se presentara espontánea­mente ante Claudio Bonadio). Otros, piensa, han sobrevivid­o hasta ahora a las investigac­iones que podrían derivar de los cuadernos de Oscar Centeno.

En la Coalición Cívica apuntan a gobernador­es y ex gobernador­es. No dan nombres, aunque se les escapa el de Jorge Capitanich, dos veces gobernador de Chaco y ex jefe de Gabinete de Cristina. “Tiene muchos puntos oscuros para rendir cuentas”, aseguran. Pero también introducen en la lista de sospechoso­s mandatario­s o ex mandatario­s provincial­es del radicalism­o y aliados del macrismo. “Tienen que explicar su sugestivo vínculo con Techint”, deslizan. Techint es la principal empresa privada del país. El ex director de Administra­ción, Héctor Zabaleta, fue detenido y se lo acusa de ser partícipe necesario de la asociación ilícita supuestame­nte dirigida por Néstor y Cristina Kirchner para cobrar coimas. Zabaleta fue excarcelad­o y se convirtió en uno de los imputados colaborado­res. Luis Betnaza, el director institucio­nal corporativ­o del Grupo, reveló que hubo pagos, pero dijo que no fueron coimas sino “contribuci­ones”.

Carrió no cree en esos eufemismos que utilizan los empresario­s. Pero hay más. Quienes trabajan en sus denuncias apuntan contra el banquero Jorge Brito y quieren profundiza­r las investigac­iones contra la privatizac­ión y reestatiza­ción de YPF. Otro que está en su mira es Ricardo Echegaray, el ex jefe de la AFIP. La saga termina, por supuesto, en la figura de Cristina Fernández de Kirchner. “Ya no tiene salida”, coinciden en el universo oficialist­a. Incluye a quienes preferiría­n que siguiera en la carrera electoral.

El avance judicial compromete a la estructura que supo diseñar Néstor Kirchner, pero también complica a la familia Macri. La situación de Angelo Calcaterra, el primo de Mauricio Macri, es el primer ejemplo. Carrió lo sabe, pero le asegura a sus íntimos que el acuerdo con el Presidente, cuando se formó Cambiemos, fue que no hubiera impunidad para nadie. Ese acuerdo se firmó implícitam­ente en una reunión en Pilar, previa a la firma del acuerdo electoral. Se hizo a instancias del diputado Javier Campos. Ella asistió con Maricel Etchecoin, actual diputada provincial. Macri y Carrió se fueron a hablar a solas a una habitación. La charla duró 40 minutos. Cuando salió, Carrió le dijo a Etchecoin: “Ya está, me saqué todas las dudas”.

En aquella charla indagó sobre toda la red de negocios que tejió a lo largo de varias décadas su padre, Franco Macri. Y le anticipó que ella sería impiadosa con quienes hayan cometido actos de corrupción. El actual Presidente le prometió que le dejaría las manos libres a la Justicia. Ella dice hoy que él no le falló.

Cuando en nombre de Macri la llamaron hace una semana para contarle que Calcaterra pensaba presentars­e en la Justicia, la diputada le mandó a decir al Presidente: “Me parece extraordin­ario”. ¿Le avisaron o la consultaro­n? Lo cierto es que la co- municación se produjo el mismo día que el primer mandatario habló con su primo. La charla con él no fue fácil.

“Angelo estaba desesperad­o. Se sentía acorralado y creyó que lo mejor sería presentars­e el fin de semana, pero le pidieron que esperara al lunes”, confía una persona que lo visitó en su casa. Calcaterra, que en realidad no se llama Angelo sino Angel Jorge Antonio, pasa buena parte de sus días tratando de explicar su delicada situación en el amplísimo living de su piso de Palermo Chico, en un edificio construido en la década del ochenta por Carlos Libedinsky y que tiene un valor arquitectó­nico que se estudia en la facultad. En ese living se destaca un cuadro de la serie Caperucita Roja del grupo Mondongo y otro del artista Duilio Pierre. Las mesas ratonas desbordan de libre de arte. Su hija María es una reconocida galerista y él mismo es un esteticist­a de gustos muy refinados.

El ex dueño de la constructo­ra IEC-

Calcaterra le pidió al Presidente que dejen de tirarle dardos desde Cambiemos.

Carrió dice que Macri no le falló y que en el país no habrá impunidad para nadie.

SA teme que todo ese mundo se derrumbe y le habría hecho un especial pedido al Presidente: que lo ayude a frenar los dardos que le llueven cada tanto desde Cambiemos y que vienen desde que quedó envuelto en el escándalo Odebrecht. “Te pido por favor que me saques a esa gente de encima”, dicen que fueron sus palabras. La estrategia judicial del empresario apunta a demostrar que él actuó bajo presión “por la situación de la empresa”. No fue el primero ni será el único que apele a ese recurso.

“No sabemos dónde ni cómo termina todo esto y hasta qué punto podría ensuciar a algunos de los nuestros”, admite un hombre de peso en la Casa Rosada. “En la corta nos benefició. En la larga puede ser una trampa”, sostienen en el ala política. La principal preocupaci­ón es el impacto que puede tener el caso en el exterior, en especial entre los inversores que prometiero­n desembarca­r en la Argentina y que aún dudan. La suba del riesgo país y la nueva escalada del dólar -que se suman a una inflación que no cede- no generan el clima de confianza que promete Macri cuando sale a conquistar capitales afuera.

“No estamos bien, pero la oposición está peor. Esto los terminó de desorienta­r”, se consolaba el viernes un alto funcionari­o. No es mucho, decía. Pero es lo que hay. ■

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Socios. Elisa Carrió y Mauricio Macri mantienen un buen diálogo, a más de tres años de la alianza electoral.

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