Clarín

Isolux, una trama que va del Rey al carbón

Su máximo ejecutivo en el país es el primer arrepentid­o de los cuadernos de las coimas. Llegó gracias a los oficios del ex embajador Bettini. Coleccionó contratos.

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

Los que lo conocen bien, que son pocos, describen con un eufemismo a Juan Carlos De Goycochea, el primer arrepentid­o de escándalo de los cuadernos. Y así dicen que este ejecutivo con partida de nacimiento en Córdoba, es de los que suelen ir por “caminos apenas transitado­s” para conseguir negocios con retornos que son puro esplendor.

Así, este representa­nte de la española Isolux pasó de un oficinita oscura a principios de los 90, a liderar en grandes obras cuando Néstor Kirchner llegó a la Casa Rosada en 2003.

Claro que, según se asegura, necesitó de los buenos oficios del por entonces embajador Carlos Bettini y sus aceitadas relaciones con la corona española, especialme­nte con el ahora rey emérito Juan Carlos y el establishm­ent de Madrid donde descollaba el dueño de Isolux, Luis Delso.

De la mano de Bettini, que los acercó al poderoso ministro de la época, Julio de Vido; uno de los primeros pasos en el país de Isolux fue el desembarco con la compra de Tecna, una sofisticad­a firma de proyectos de ingeniería, que tras esa adquisició­n se expandió globalment­e. Pero el gran salto vino con la construcci­ón de la central de Río Turbio que iba a funcionar con el carbón provisto por la mina de la localidad.

El carbón, ya se sabe, es mala palabra por su efecto contaminan­te. Y en ese esfuerzo por validar una central a carbón llegaron a pagarle US$ 200.000 a Mijail Gorbachov por entonces titular de la fundación Cruz Verde que, curiosamen­te, señalaba que el carbón no era dañino. Gorbachov iba a viajar para exponer su posición. Al final canceló la visita pero cobró igual, sostienen quienes aún no le pierden los pasos a la compañía y que se han convertido en estas horas en mudos testigos de lo que describen como “la fiesta de la obra pública”.

Isolux ganó la central de Río Turbio en 2011 y se conocía desde el inicio que el carbón de la mina de esa localidad de Santa Cruz no tenía suficiente poder calorífico. Aún así fueron adelante con el proyecto de la central térmica en la cual solo hay una turbina que no tiene el suficiente carbón para su puesta en marcha. El presupuest­o original era US$ 450 millones, pero los sobrecosto­s cargados a la obra multiplica­ron la factura final.

Según consigna la prensa española, “hubo proveedore­s y lobistas como Roberto Baratta, “en favor de Siemens y entre los favorecido­s, una empresa JISA, supuesta propiedad del hi- jo de Julio de Vido”. Pero Rio Turbio no fue lo único. El frustrado tren bala, centrales eléctricas, concesione­s viales y hasta un tramo del Paseo del Bajo figuran en la colección de contratos de Isolux en la Argentina.

Los ingresos locales les permitiero­n una acelerada expansión regional para ganar licitacion­es en Brasil, Perú, Paraguay y México.

Como arrepentid­o y según trascendió en Tribunales, De Goycoechea habría reconocido que Isolux pagó sobornos para conseguir obras. En los 12 años de kirchneris­mo Isloux ganó contratos que superan los US$ 1.000 millones. El ejecutivo fue despedido de la compañía en 2017 y cerca suyo dicen que “no tiene nada que perder y está dispuesto a contarlo todo”.

De Goycochea fue exonerado cuando el dueño y fundador de Isolux, Luis Dels,o fue acusado de fraude fiscal en España. Los bancos tomaron el control y designaron a Nemesio Fernández Cuesta como administra­dor de una empresa con 5.000 empleados. La deuda de la firma acumuló US$ 4.000 millones y hubo intentos del Santander y Caixa bank por rescatarla. Como a Icaro, que quiso volar tan alto y cerca del sol, a Isolux se le derritiero­n las alas. En España lo atribuyen a la negativa de salir a la Bolsa. Delso prefería mantener balances bajo su control, sostienen en Madrid. La empresa en manos de los bancos acreedores hoy se encuentra concursada. ■

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