V. S. Naipaul, entre la inmigración, el desarraigo y las controversias
Había nacido en Trinidad y Tobago. Estudió y desarrolló su trayectoria desde Gran Bretaña, donde murió ayer a los 85 años. Una obra intensa y una vida polémica.
Cuando Colón realizó sus viajes a América, que cambiarían el destino del mundo, bautizó como “Islas Occidentales” al territorio que hoy constituye Trinidad Tobago. Resulta una paradoja, extraña vuelta del destino, que esa nación caribeña, que permaneció por siglos bajo el dominio británico, con el tiempo, albergara una importante colonia... procedente de la India. Y justamente inmigrantes indios , de las orillas del Ganges, eran los padres de Vidiadhar Surajprasad Naipaul, o V.S. Naipaul, como se conoció al Premio Nobel de Literatura 2001.
Nacido el 17 de agosto de 1932 en la pequeña localidad de Chaguanas, al sur de la capital Puerto España, Naipaul colocó a Trinidad y Tobago en el mapa de la literatura mundial con el éxito de su primera novela, “Una casa para Mr Biswas”, en 1961. Pero, para esa época, Naipaul ya llevaba un largo tiempo de residencia en el Reino Unido: su padre, periodista, le había gestionado una beca en la prestigiosa Universidad de Oxford, donde Naipaul adquirió toda su fortaleza cultural y solvencia económica. Y desde donde, además, se convirtió en un incansable viajero: Africa, Asia, América Latina. En aquella novela el protagonista es el alter ego del propio padre de Naipaul, quien tuvo que relegar su verdadera vocación de escritor para sacar adelante su casa. El desarraigo fue un tema recurrente - Naipaul dejó Trinidad a los 18 añosy representa el ejemplo de la llamada “literatura poscolonial”, otro de cuyos exponentes es el poeta antillano Derek Walcott, también distinguido con el Nobel.
Los continuos viajes le proporcio- naron a Naipaul la inspiración a varias de sus libros: “Una zona de oscuridad” (1964) analiza la India, el país de sus padres. En la novela “Un recodo en el río” (1978) describe a los países africanos que recién se habían independizado, y tres años más tarde con “Un viaje por el Islam” se mostró crítico con el fundamentalismo musulmán. De su período más fecundo permanecen “El curandero místico”, “Los simuladores” (obra en la cual un ministro colonial caído en desgracia escribe su autobiografía) y “Miguel Street”.
Cuando recibió el Premio Nobel, en 2001, se convirtió en una celebridad, aunque ya la Reina Isabel lo había elevado la condición de caballero. “Fue un gran reconocimiento para el Reino Unido, mi hogar, y para India, el país de mis antepasados”, manifestó al recibir el Nobel. Ni una palabra sobre Trinidad y Tobago, sobre la que sí volvería más tarde.
En obras como “Media vida” (2001) o “Semillas mágicas” (2004) ya abordaba temas como la identidad y el desarraigo. Y llegó hasta “La máscara de Africa” (2010), que no recibió buenas críticas. Otros de sus libros conocidos son “El sanador místico” y “La pérdida del dorado”.
Cuando se publicó la biografía de Naipaul “El mundo es así”, obra de Patrick French y autorizada por el escritor, fue ciertamente un escándalo. Se lo describió como “un individuo misógino, engreído, cruel, mezquino, maleducado y brutal”. Para los seguidores de Naipaul no era una novedad, ya se había ganado una reputación de “personaje insoportable”. Pero, también, de cotas brillantes. Algo lo había anticipado su antiguo amigo y discípulo Paul Therouz quien finalmente desencantado con las actitudes de Naipaul, no ahorró las revelaciones en tono de venganza.
Algunos atribuyen ese carácter a la dureza con la que Naipaul debió adaptarse al Reino Unido en su juventud, durante la década del 50, con recelos hacia los inmigrantes. “Era un hombre tan brillante con la pluma como duro con el corazón, incapaz de mantener una relación sentimental saludable”, lo definieron en La República (2009), recordando la tragedia de Patricia Hale, su primera mujer, muerta por un cáncer en 1996 después de constante sufrimiento. “No me afecta en lo más mínimo lo que la gente piensa de mí”, se defendía.
Lo cierto es que el desarraigo, sus controversiales manifestaciones políticas y su tormentosa vida personal, que admitió en la biografía, sobre todo con las humillaciones que sufrieron Pat o Margaret, la amante angloargentina del escritor, no se pueden escindir de su obra. “El creó muchas barreras, le costó abrirse. Me llevó tiempo darme cuenta lo difícil que fue
su vida en Trinidad, en la India y en el Londres de los años 50. Y no es raro que alguiern que lo pasó tan mal, quisira alguna forma de venganza”, admitió el biógrafo French.
Pero al momento de recibir el Nobel, Naipaul recorrió su trayectoria, dijo que sólo se había guiado “por la intuición” y reclamó situarse “fuera de cualquier sistema político o literario”. “En cada caso particular, sólo trabajé desde el punto de partida de mis propios conocimientos, de mi propia comprensión del mundo”, leyó. También se había llevado premios como el Bookers en 1971 y el T.S. Eliot en 1986, y recibió la condición de “doctor honoris causa” en las universidades de Oxford, Cambrige y Londres, entre otras.
Naipaul fue definido como “un hombre tan brillante con la pluma como duro con el corazón, incapaz de mantener una relación sentimen
tal saludable”. También, en algún momento, desplegó cierta egolatría. Fue cuando se refería con cierta sorna a plumas como Dickens, James Joyce o Jane Austen, rescatando sólo un Proust. Eso quedó muy lejos.
Tal vez las críticas por “La máscara de Africa” (2010 le golpearon. “Insensible, aburrido, nada esclarecedor y mal escrito” cuestionó Emily Witt en The Observer. Para The Sunday Times fue un libro “tóxico, poco investigado, sin verificar”. En algún momento le apuntaron por justificar al imperiliasmo y al colonialismo. “No, no los justifico. detesto la miseria, la crueldad y el sufrimiento humano”, se defendió. Estaba a sólo seis días de cumplir 86 años. Murió ayer, en su casa de Lodnres. Y su última esposa, Laidy Naipaul lo calificó como “un gigante en todo lo que logró. Murió rodeado de todas las personas a las que amaba, vivió una vida de maravillosa creatividad y esfuerzo”. ■