“Mariquita Sánchez de Thompson”
“Sacamos la música del Teatro Colón a los espacios cotidianos”
El día arrancó con todo para el dúo de música clásica Mariquita Sán
chez de Thompson: “Chicas, muchas gracias”, les dijo uno de los primeros transeúntes que frenó a escucharlas. Luego, sacó un billete de $ 200 y lo dejó sobre la galera negra apoyada sobre la vereda de Junín al 1800, en Recoleta.
Son las 12.15 de un sábado y las cordobesas Virginia Bordone Carranza y Soledad Rizo Avellaneda le cuentan a Clarín otras reacciones de sus eventuales espectadores. Una tarde, una abuelita se les acercó en una estación de subte diciendo que estaba festejando sus 95 años. Como de adolescente había cantado música clásica, les pidió entonar juntas una canción. También cuentan de pasajeros-espectadores que todos los días paraban a escucharlas y a colaborar, en la línea H, o de otros que se cruzaban de andén, sólo para disfrutar del show. Y hasta aseguran haberle sacado una sonrisa a un policía.
“Nosotras
Colón a espacios cotidianos -explica Bordone Carranza-. Algunas personas escuchan música clásica en la radio y sienten que se trat a de una banda de sonido. En vivo es muy distinto. Nos interesa que se conozca este repertorio, y que no haya que pagar entrada para disfrutarlo”.
A veces están en la línea H y otras aquí, pegadas a la Iglesia Nuestra Señora del Pilar, en el barrio de Recoleta. “En el subte podemos ser algo más invasivas. En la calle paran a escucharnos los que eligen hacerlo. Ambos son espacios legítimos para hacer música. El artista ambulante es un agente importante de la calle. Estamos acá por convicción”, dice Rizo Avellaneda, cuyo seudónimo es Morel. Cantó en plazas y subtes de Nantes, Bruselas y Santiago de Chile.
Gracias a los pasajeros se han presentado en el 20° aniversario de una peluquería, en el cierre de jornadas de la Facultad de Medicina, en cumpleaños y en casamientos. Otros las consultan por clases de canto. Y gracias al contacto con la gente, les salieron trabajos como sesionistas y shows en distintos auditorios. Pero la calle, dicen, siempre es el mejor escenario.