El rechazo a lay del aborto: entre la legitimidad y la utopía

• El país no estaba preparado para el debate del aborto. Se ha distraído la atención en la solución de los graves problemas que adolece nuestra economía y se ha abierto una grieta vertical en todos los sectores. Antiguamente, en las familias habían temas que se prohibían tratar en la mesa, porque hacían que los almuerzos se pusieran desagradables. Son aquellos que es imposible llegar a un consenso como el aborto. Las personas que creen que el feto es vida no pueden aceptar un asesinato, y los que creen que es un monton de células dicen que nadie puede prohibírselo.

Desde los años 70, con la irrupción de la ecografía, la convicción del antiabortista de que el feto es un ser humano pasó de ser algo dogmático a un hecho percibible. El suprimir el derecho de vida es más grave que restringir la libertad sobre el cuerpo. Para que una ley de aborto tuviera legitimidad, tendría que por lo menos haber existido un mandato específico de una abrumadora mayoría del electorado, lo que no sucedió. • Qué lindo sería ver, cuando se vuelva a debatir sobre el aborto, una plaza con pañuelos azules y verdes, entremezclados. Pero lo mío seguro que es una utopía.

Ya estoy cansado de ver una Argentina dividida. Opinemos lo que opinemos, seguimos siendo hermanos/as, y así deberíamos tratarnos en todo momento. Si estamos maduros para debatir estos temas, lo mínimo que nos debemos es respeto por pensar diferente. Ojalá que así sea. No dejemos que nada ni nadie nos divida.